Sadako tenía dos años cuando cayó la bomba atómica sobre Hiroshima. Se encontraba a dos kilómetros del lugar de la explosión. La mayoría de sus vecinos murieron, pero Sadako no sufrió ninguna herida, al menos no de forma visible.
Hasta séptimo grado, en 1955, Sadako era una niña normal y feliz. Sin embargo, un día, después del torneo de deportes en la escuela, se sintió extremadamente cansada y un poco mareada. Al cabo de un tiempo, el mareo desapareció, lo que hizo que Sadako pensara que era solo el esfuerzo de la carrera lo que la había agotado. Pero su tranquilidad no duró. Poco después de su primer encuentro con la fatiga extrema y el mareo, experimentó más episodios similares.
Un día, Sadako se mareó tanto que se cayó y no pudo levantarse. Sus compañeros de clase informaron a la maestra. Más tarde, sus padres la llevaron al Hospital de la Cruz Roja y ahí fue diagnosticada con leucemia, un tipo de cáncer de la sangre.
En aquella época, la leucemia se llamaba la “enfermedad de la bomba atómica”. Casi todos los que la padecían morían y Sadako estaba muy asustada. Quería volver a la escuela, pero tuvo que quedarse en el hospital, donde lloró constantemente.

Sadako, a la izquierda, frente al Hospital de la Cruz Roja.
Poco después, su mejor amiga, Chizuko, fue a visitarla. Chizuko trajo origami (papel para doblar). Le contó a Sadako una leyenda: la grulla, un ave sagrada en Japón, vive cien años y si una persona enferma dobla 1000 grullas de papel, tendrá larga vida. Tras escuchar la leyenda, Sadako decidió doblar 1000 grullas con la esperanza de recuperarse.
La familia de Sadako la visitaba con frecuencia para hablar con ella y ayudarla a doblar las grullas. Después de doblar 500 grullas, se sintió mejor y los médicos le dijeron que podía irse a casa por un corto tiempo, pero en la primera semana, la fatiga regreso y tuvo que regresar al hospital.
Sadako seguía doblando grullas de papel a pesar de su intenso dolor. Incluso en esos momentos de padecimiento, intentaba mantener la esperanza. Poco después, en octubre 25 del ano 1955 con su familia junto a su cama, Sadako se durmió plácidamente para no despertar más. Había doblado un total de 644 grullas de papel.
Todos estaban muy tristes. Treinta y nueve compañeros de clase de Sadako se entristecieron por la pérdida de su querida amiga y decidieron formar un club de grullas de papel en su honor. La noticia se difundió rápidamente. Estudiantes de 3100 escuelas y de nueve países extranjeros donaron dinero a la causa. El 5 de mayo de 1958, casi tres años después de la muerte de Sadako, se recaudó suficiente dinero para construir un monumento en su honor.

Actualmente se conoce como el Monumento de la Paz de los Niños y se encuentra en el centro del Parque de la Paz de Hiroshima, cerca del lugar donde cayó la bomba atómica.
Muchos de los niños que ayudaron a hacer realidad el Monumento de los Niños participaron en la ceremonia. Tres estudiantes, entre ellos el hermano menor de Sadako, Eiji Sasaki, retiraron la cinta roja y blanca de la estatua para simbolizar su finalización, mientras se interpretaba la Séptima Sinfonía de Beethoven.
Niños de todo el mundo siguen enviando grullas de papel dobladas para colocarlas debajo de la estatua de Sadako. Al hacerlo, piden el mismo deseo que está grabado en la base de la estatua:
Este es nuestro clamor, esta es nuestra oración: Paz en el mundo.
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Fuente: “Sadako Story”. hiroshima-is.ac.jp. Hiroshima International School, 2025. Web. 29 de agosto de 2025. Foto (g) 2012 Chugoku Shimbun.