Ciudad de Otavalo

Menu
  • Inicio
  • Explore
    • Artesanías
    • Cultura
    • Festivales
    • Naturaleza
    • Recreación
  • Otavalo
    • Gente
    • Jaime Núñez Garcés
    • Otavaleñísima
  • Contacto
    • Legal
    • Preguntas
  • Buscar
Menu

Paco Salvador

Posted on 2025-12-122025-12-12 by L. Hdez

Guillermo Heras fue un actor nacido en España pero también tenía la nacionalidad argentina. Fue un director teatral, dramaturgo y gestor cultural que impulsó el arte escénico en Iberoamérica. Participó en la creación de IBERESCENA, un programa para colaboración y desarrollo del arte escénico. Murió en 2023 y al año siguiente le fue otorgado la Gran Cruz de Isabel la Católica a título póstumo por el gobierno español.

En el año 2025 IBERESCENA distinguió la contribución al fortalecimiento del Espacio Cultural Iberoamericano a 19 personas con un premio que lleva el nombre “Guillermo Heras”. En Ecuador el reconocimiento fue otorgado a Paco Salvador, un artista nacido en Otavalo.

Lo que sigue debajo es una entrevista a Paco Salvador realizado por Rosa Gallegos

¿Quién es es Paco Salvador?

Un ecuatoriano, y buen conversador, que nació en la provincia de Imbabura, trabaja y vive entre Otavalo, Ibarra y Quito. Desde temprana edad, creció rodeado de familiares y amigos con sensibilidad y afición a expresiones artísticas. Ellos polinizaron su imaginario y sensibilidad para los lenguajes del arte, que fueron cultivándose, con estudios de artes plásticas en San Antonio, durante el día, que los compartió al mismo tiempo con los de humanidades modernas, en los colegios de Ibarra, Daniel Reyes, y nocturno, Teodoro Gómez de la Torre. Obtuvo licenciaturas en pintura, diseño, comunicación en la Universidad Central, su trabajo de campo, en Misión Andina de Imbabura, después en el proyecto Cochasqui, de la Prefectura de Pichincha, lo inician para auto formarse en etnología, obtiene maestrías en Estudios Culturales e Historia Andina, en la universidad Andina Simón Bolívar y la Facultad latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO. Funda en Ibarra, el Muyacan en 1971, y La Casa Que Baila en 1997, es docente del Instituto Nacional de Danza, en Quito.

Salvador manifiesta que: “Fue la década de los años 60s; cuando se generaron muchas transformaciones en el ámbito de todas las sociedades, los cambios de mentalidad, los giros en las ciencias sociales y el arte, la tecnología y las comunicaciones, transformaron a los seres y al mundo. La revolución cubana, generó aires de liberación que recorrieron América. Estos cambios también llegaron a Ecuador. En Quito, se dio el movimiento Tzántzico, y se generaron inquietudes para la actividad teatral con Antonio Ordoñez y Fabio Pacchioni, y en danza con Patricia Aulestia, ellos con sus trabajos animaron la actividad cultural de la capital, sus recorridos por provincias, despertaron con sus trabajos vocaciones para estas expresiones artísticas”.

¿Cuáles fueron sus inicios en la danza?

 “Tuve oportunidad de conocer, mirar, aprender viendo, y participar los fines de semana, en talleres que impartieron en La Casa de la Cultura en Quito. En sus clases y prácticas reconocí de Ordoñez y Pacchioni, su entrega y pasión por las artes escénicas; aprendí de ellos que el cuerpo tiene una voz oculta, lo necesario de estudiar historia y teorías del arte, y construir conciencia social para ejercer estos oficios escénicos; de Aulestia, la paciencia y constancia formativa que requiere el cuerpo en su desempeño de la danza”. “Mientras realizaba mis estudios en artes plásticas, inicié reflexiones en torno a lo que se podía expresar por medio del cuerpo, en las de la representación. Indagaba y me preocupaba en otras formas de expresión y comunicación, no solo por medio del dibujo, la pintura, la escultura, sino también con la expresión corporal del cuerpo en la danza”.

“A partir de estas inquietudes, en el colegio de Artes de San Antonio comencé a interrelacionar la formación teórica y práctica que recibía en artes plásticas, para asociarlas de manera experimental con el movimiento, para expresar con el lenguaje no verbal del movimiento, que ejecuta el cuerpo como instrumento de la danza, gracias a las motivaciones y estímulos conectados que generaban en Quito los trabajos del teatro ensayo y la danza de Aulestia”.

“En mayo del año 1967, en el colegio Daniel Reyes, formé un grupo de danza con los estudiantes y compañeros del colegio, para presentar una poesía teatralizada del colombiano José Asunción Silva, y unos bailes de la región, en conmemoración por los 25 años, de creación del colegio”. “Ahí, se realiza mi primer acercamiento hacia la expresión escénica, por medio del cuerpo. Estas prácticas iniciales, generaron reflexiones que me permitieron pensar sobre la comunicación por medio del cuerpo: aspiraba expresarme con este lenguaje, y no solo por medio de los métodos tradicionales del dibujo y la pintura, en una tela o cartulina, en un espacio limitado.

Razonaba que el movimiento en la danza debe emplear el espacio escénico, con formas y volúmenes en movimiento, sería el lugar en el cual debía realizar composiciones bailadas sobre temas diversos, cuadros en movimiento con personas vivas, con quienes tendría que plasmar una narrativa danzada que cuente, diga algo más, provoque emociones o reflexiones, como expresión de comunicación, ante los públicos que asisten al teatro o lugares públicos donde se expone la danza” 

“Me motivé en temas del medio social de la provincia, rica en paisaje natural y humano, como en manifestaciones históricas, musicales, artesanales y agrícolas, que en distintos tiempos han generados los habitantes, legándonos, memoria de saberes y arte. Este era el ambiente y contexto que permitió ir generando, investigando y adquiriendo nuevos conocimientos, para continuar un proceso personal y grupal, que se mantiene y lleva más de cincuenta y tres años en diversos proyectos que continúan, con mi trabajo docente en el Instituto Nacional de Danza, el grupo Muyacan, y los proyectos de recuperación de memoria y saberes locales con los integrantes que se forman en el laboratorio de la casa que baila el Muyacan en Ibarra”. 

“Este grupo del colegio, más tarde dio origen a que se estructure conmigo y otros 

compañeros, en el mes de septiembre del 67, la formación del Conjunto folklòrico que lo llame Ñucanchi Llacta, “Nuestra Tierra”. Fue el grupo de mis primeras pruebas, con quienes realicé algunos montajes coreográficos, en base a investigaciones etnográficas. Mi último trabajo con el Ñucanchi, fue la puesta en escena de ‘Allpa Mama’ una composición sobre un guión de Álvaro San Félix, y música de Arturo Mena, y el grupo los Corazas. En este grupo permanecí desde el año 1967, hasta octubre de 1970”.

“En este contexto se inscribe mi ingreso en el año 70 a trabajar como promotor cultural en el Centro Artesanal de Rumipamba, en el proyecto de desarrollo rural, a cargo de la Misión Andina de Ibarra, en donde realicé capacitación artística en diseño artesanal, impulso a la producción de artesanías y motivación para hacer danza con jóvenes indígenas y campesinos en las comunidades de los cantones de Otavalo, Cotacachi e Ibarra, meses más tarde estructuré y fundé el grupo Muyacan, danza india.”

“Los proyectos desarrollistas andinos, su relación con la política cultural, y la moderna industria del turismo se asociaron con el folklore generando en el país la creación de varios grupos de ballets folklóricos, respecto a los cuales mantuve una postura crítica. La formación en artes plásticas y experiencia en danza adquiridos desde los años sesenta, estuvieron marcados por transformaciones sociales y conexiones sobre las prácticas artísticas contemporáneas que exigían incorporar nociones o metodologías propias de la antropología en los procesos artísticos, que ampliaron mi interés por el conocimiento de esta ciencia social”.

 “La relación entre mi participación en el proyecto de la Misión Andina en Ibarra, y la concepción de la danza Muyacan, su fundación y la vinculación con un imaginario estatal desarrollista, permiten entender la presencia del Muyacan, ya que su trabajo artístico se orientaba a recrear el concepto de diferencia cultural, en diálogo crítico y disputa con el campo de las representaciones en la danza, y el arte etnográfico, y su relación con las identidades culturales indias”.

“Fue un experimento que llamó la atención en el campo cultural, desde que bailamos por primera vez el 27 de agosto de 1971, en el teatro Gran Colombia de Ibarra  con el auspicio de la Misión Andina, el Instituto Otavaleño de Antropología y el Instituto de Antropología y Geografía del Ecuador. Fue una forma de participación de los indios en la vida artística, posicionando el papel asignado a la cultura en el desarrollo”, dice Paco Salvador y continúa:

“En el trabajo de campo con la Misión Andina, busqué usar el arte como herramienta crítica, de construcción de una conciencia emancipadora, que generen procesos de autoestima cultural, colectiva y personal, dentro de la sociedad imbaya y otavaleña. Esta experiencia cultural colectiva, distingue a las actuales etnias indígenas Imbaya -Otavalo-Cotacachi y refiere al mismo tiempo a la sociedad indígena Caranqui, Natabuela, y también a campesinos, mestizos de Urcuquì, Pimanpiro, Cahuasquì, Intag, que se identifican como parte del pueblo andino imbabureño ligado a un ámbito geográfico, social y cultural”.

“Empecé a estudiar la memoria de lo andino imbabureño, los modos de vivir, actuar, concebir y comportarse, que existían en las diferentes comunidades y pueblos, en sus formas de organización familiar, idioma, músicas y expresiones artísticas. 

¿COMO SE CONFORMA MUYACAN Y LLEGA A CONVERTIRSE EN SU MAYOR LEGADO?

“Junto a las compañeras indígenas, Hermelinda Males y Lola Quinche, auxiliares de enfermería de la Misión Andina, y muchos jóvenes de las comunidades indígenas de Peguche, Cotacachi, Quinchuquí, Otavalo e Ibarra, fuimos generando un embrión que se constituyó más tarde en el Muyacan. En junio de 1970, celebrando fiestas de san juan, con profesores indígenas, profesionales del Centro Artesanal de Rumipamba de la Misión Andina, campesinos de las comunidades de La Esperanza, Rumipamba, San Clemente, Zuleta, y la banda de Angochagua, bailábamos en círculos, entre diversidad de gentes: indios, mestizos, mochos, y guangudos, mishos y naturales.  Allí escuche la expresión quichua ‘Muyuntin Yaguar Canchic’, que se traduce como ‘Círculo de Sangre Somos, es la frase que sirvió para dar nombre al grupo; de esta frase quichua, surgen las siglas para formar la palabra MUYACAN”. En la dinámica de estos años, se plantearon rumbos diferentes en el desarrollo de la sociedad, que se expresan de manera clara en la evolución del arte nativo, en el caso del grupo Muyacan el indigenismo proporcionó la locución para llamar su quehacer como danza india”.  “Las palabras danza india jamás serán iguales, desde mis planteamientos, a los contenidos de ‘ballet folklórico’. No olvido que ballet y folklore son ideologías, y no solo nombres, los términos y los conceptos utilizados no solo en el vocabulario académico, sino en el lenguaje en general no son neutros, están cargados de significaciones y de sentidos, a veces contradictorios”.

 “La experiencia en el campo del desarrollo y la etnografía, impulsó mi vinculación a una danza india, marginal, alternativa, modelada en la búsqueda de la memoria colectiva, hecha en la fragmentación del presente, del pasado, en el riesgo”.  

“Desde ese encuentro, empezamos a prepararnos con las personas interesadas en bailar y ser del grupo, fue con mujeres y hombres quichuas de Ibarra que se inició la preparación de un repertorio, de temas bailados, que luego de clases y preparación corporal, los ensayábamos para la presentación del Muyacan, en agosto del 71. Desde entonces, se ha mantenido un laboratorio permanente con generaciones nuevas pertenecientes a la diversidad pluricultural de la provincia, donde se indaga, y toma en cuenta las preocupaciones de lo que sienten y pasan las generaciones presentes, descendientes de estas sociedades originarias”. “La investigación etnográfica y antropológica, fue un imperativo en el quehacer del grupo de danza Muyacan, nació como danza india, no como ballet ni grupo folklórico, porque son términos ajenos y contradictorios a la realidad del mundo andino. La ambigüedad del término colonialista, nos reveló que su uso escondía mucha ‘viveza criolla’ desconocimiento, hasta maltrato hacia lo andino ecuatoriano y otras expresiones de cultura popular”. 

“Esto motivo cuestionamientos que dieron pie a impugnar al término folklore, para denominar a las expresiones de la cultura de las minorías étnicas consideradas como subculturas. Para mí trabajo del arte, desde el inicio, me llevaba a reflexionar sobre el medio en el cual iba a realizarlo, hacer arte en el medio ecuatoriano, requiere tenacidad y esperanza, y mucho más en la danza, fue una fortaleza contar con estos recursos, y hacer del arte una herramienta de formación y transformación social y personal, no sólo de habilidades corporales para el baile, sino como un instrumento de comunicación. La danza es un lenguaje que desde el escenario emite mensajes, un desafío profesional, hermoso y arduo, cuyo ejercicio en el medio no se comprende, tampoco se valora por la estrechez mental, falta de tradición e indolencia sensible que adolecen sectores de población blanco/mestiza, instituciones y autoridades apáticas a las manifestaciones artísticas de los cultores” .

“Los años setenta, cuando  la discriminación y marginación racial, eran comunes en las provincias de alta población indígena, existía maltrato de todos tipo a los indígenas, me permitieron adoptar una posición ideológica, política y artística en la danza como espacio de resistencia, de estudio, de superación, en donde los que accedían e integraban el Muyacan, debían tomar a la danza como un espacio de superación, que estimulen su crecimiento, por medio de los estudios, y formarse para el desafío social,  la organización indígena, que se inició por estos años adquiriendo prácticas y formas de vivir e interactuar en una sociedad totalmente desigual, explotadora e injusta, que maltrataba a la gente indígena y campesina, que, sub valoraba las manifestaciones  de la cultura y más aún si era de los indios”. 

“Al inicio el MUYACAN, se constituyó como el grupo alternativo de danza, desde donde se planteaban trabajos para formar el cuerpo y prepararlo para hacer danza, ya que danzar, no es cuestión solo de tener habilidades, es cuestión de formar el cuerpo y la mente, como medios con los cuales se expresa la danza, constate también, que no todo es cuestión de indumentaria”. “El Muyacan se preocupó, en superar los rasgos de discrimen y marginalidad que la población urbana mantenía con los indígenas, para transformar y superar los prejuicios que los urbanos mantenían con los rurales, indígenas, negros y campesinos.” “Este espacio de trabajo en la Misión Andina permitió reflexionar sobre el entorno so solarmente acerca de la realidad indígena en Imbabura, Chimborazo, Loja, Cañar, Tungurahua, Cotopaxi, sino también, a acceder a conocer lo que sucedía en las sociedades aymaras y quichuas de Perú y Bolivia. Este fue el espacio y material, de referencia, en el cual me nutrí, adquirí experiencias y donde eché raíces, para mantener el cultivo de la plantita del Muyacan”.  

¿CÓMO Y CUANDO LA MÚSICA DE ÑANDA MAÑACHI LLEGA A COMPLEMENTAR ESTA DANZA CON IDENTIDAD?

“En los inicios Muyacan empleaba un repertorio musical, producido por mestizos, temas andinos compuestos por compositores académicos y populares que sirvieron para el trabajo inicial. Las músicas fueron interpretaciones de Arturo Aguirre, Arturo Mena y del Grupo Los Corazas, un grupo Otavaleño que interpretaba música de tradición de la provincia de Imbabura, que habían viajado a Europa con el Ballet Gran Colombiano, de Hernando Monroy en la década del 50, composiciones de Marco Tulio Hidrobo, fueron músicas, que, en ese entonces, se grababan en discos de acetato, que sirvieron como banda sonora para nuestro trabajo”.

¿CÓMO LLEGA A ECUADOR CHOPIN  THERMES Y CUANDO SE REALCIONA CON UD? 

“Después de participar con el Muyacan, en un festival de danza en la ciudad de Ambato, por la fiesta de las flores y las frutas en febrero del 74, estuvo entre otras delegaciones sudamericanas, el grupo de Delia Zapata Olivella, directora de danzas de Colombia, un grupo que trabajaba danza afrocolombiana, quien se interesó por mi trabajo al margen de los parámetros del folklore, con quien establecimos relaciones e inquietudes de interés para nuestros grupos de danza. El conjunto musical Yaqui Kandrù, tenía conocimiento e impresiones del desempeño artístico del Muyacan. Fueron ellos quienes dieron la dirección mía en Ibarra, a Jean Guy Benjamín Thermes, conocido como ‘Chopin’, para que por su paso por Ecuador no deje de conocer el trabajo que realizaba con el grupo de danza Muyacan”.

“‘Chopin’, venia grabando y recopilando músicas de algunos pueblos de África, otros de las culturas originarias de Panamá y Colombia, es allí donde obtuvo referencias sobre el Muyacan y Paco Salvador. Cuando llego a Ecuador y llegado a Ibarra, pregunto en la radio CRI, Centro radiofónico de Imbabura, por Paco Salvador y fue en mayo de 1974 que se presentó ‘Chopin’ en “Artesanías la Esperanza” un almacén creado dentro de mi trabajo con la Misión Andina”

“Establecimos relaciones cordiales en base a preocupaciones comunes sobre música y etnografía, de valor y utilidad en el desarrollo de nuestras actividades, conoció nuestro trabajo y a los integrantes indígenas del grupo, entre ellas a Hermelinda Males, compañera de trabajo en la Misión Andina, y bailarina de Muyacan, con quien formaron un hogar, se radico y vive en Ibarra.  Dedico su proyecto como investigador y etnomusicólogo, vinculándose a músicos indígenas Otavaleños, Imbayas y Caranquis, de Peguche, La Rinconada, Angochagua, Zuleta, e Ibarra con ellos y Hermelinda fueron conformando el grupo Ñanda Mañachi. El nombre es una expresión del habla cotidiana en las comunidades de Imbabura, traducido dice ‘préstame el camino’, años más tarde y por su trabajo, realizado con el aporte técnico de los estudios Llaquiclla, en el cual se grabaron todas las producciones musicales, consolidaron su prestigio, con calidad y esfuerzo personales, fueron un aporte para la renovación y crecimiento de la música de tradición imbabureña”. 

“Sus numerosas producciones, han sido relevantes en la música de tradición, por la valoración sonora, riqueza y variedad, que enriqueció la música de tradición indígena, los registros de sonoramas y paisajes sonoros andinos, fueron acogidos dentro y fuera del país, sus temas animan la vida social y festiva de la diversidad pluricultural de la provincia y del Ecuador. Su producción musical, está registrada en discos, Cds, que guardan la memoria creativa de antes y de hoy, con músicas de la región y de los modernos descendientes de las sociedades originarias de la nación Quichua Imbabureña”. 

“Desde los años 80 numerosas músicas del Ñanda Mañachi, sirven para los bailes y danzas que ejecuta el Muyacan danza india, en la actualidad sirven de banda sonora para gran parte de la producción coreográfica del grupo, contribuyeron a la danza que hacemos para crear un estilo, una escuela de movimiento que ha sido imitado en todo el país. Conservo amistad con Chopin y los músicos del grupo y sus familias, hasta hoy. Hemos realizado un mutuo trabajo colaborativo en beneficio de la música y la danza imbabureña”.

“Las músicas de Ñanda Mañachi, vienen y se nutren de la vertiente de tradición que conservan y recrean los músicos indígenas quichuas descendientes de las sociedades originarias de la provincia. El trabajo ejecutado por este grupo, mantiene la estructura de composición y timbre musical que conserva bases de estructura y códigos sonoros propios de la música indígena imbabureña, se interesó por valorar la música afro ecuatoriana, que anima la interculturalidad del mundo social y festivo de la sociedad indígena y mestiza de la región, la ejecución y calidad técnica del registro sonoro, de sus grabaciones, fueron constituyéndose en un referente dentro de la memoria musical nacional”. 

“El Muyacan hasta hoy, trabaja la danza escénica andina incorporando la música de este grupo, con la que he creado diversidad de coreografías  de valor simbólico, y referencial que ha sido reconocido por la comunidad dancística, quienes han valorado los aportes del Muyacan, por su calidad interpretativa, la formación técnica-corporal, que junto al ritmo, las cualidades del movimiento, los sentidos de la composición,  diseño y empleo simbólico  del espacio escénico andino, ha renovado la danza imbabureña. El diseño teatral para el vestuario, constituyeron referentes en la danza escénica, estos recursos han generado una metodología y escuela de baile en la región, y han sido imitados, por grupos nuevos.” 

“Los trabajos, son propuestas coreográficas, durante este recorrido de tiempo he generado montajes étnico andinos entre otros: Equinocciales, Pachca, Puka Runa, Al airito, Taki Onkoy, Pactara, La Diosa Blanca, Yacu Yangana, Fiñashca Micani, Mushuc Nina, Cantuña, Fachalinas, Retablo Mestizo, Tristes Trópicos…, son resultado del trabajo permanente que mantenemos en la casa que baila el Muyacan en Ibarra, de la experiencia acumulada, de la investigación y estudio sobre historia andina, que se impuso una forma alternativa de interpretar el baile de cuño indígena.”

“Muyacan ha aportado desde su fundación, al crecimiento y desarrollo de generaciones nuevas de danzantes que promocionan y socializan desde antes y ahora la danza imbabureña dentro y fuera del país, en la actualidad el grupo está conformado por jóvenes de la pluri diversidad social y cultural, que bailan en su casa propia”. Yo sigo estudiando, compongo guiones coreográficos que son interpretados por diversos grupos de danza del país. Acompaño a grupos, soy docente del Instituto Nacional de Danza, en Quito, y de La Casa que Baila Muyacan en Ibarra. Obtuve una maestría en estudios culturales, en la Universidad Andina Simón Bolívar. Colaboro con mis integrantes en proyectos colectivos de investigación y formación en artes escénicas, con jóvenes indios y mestizos trabajamos en recuperación de saberes locales y memoria oral. Con el grupo Muyacan he participado en festivales de danza en América, Europa y Asia”.   

 “Entre mochos y guangudos hemos bailado”, Mochos, sin la trenza. Guangudos, conservan la trenza”

Fecha: 19 de agosto de 2017

Hora: 16h00

Carlos Francisco Salvador Félix más conocido como Paco Salvador, director de Danza MUYACÁN ha sido seleccionado por @iberescena para recibir el reconocimiento “Guillermo Heras” en Ecuador. 

Dicho reconocimiento hace referencia a sus más de 50 años como gestor cultural dentro del campo escénico. En donde a través de sus aportes como coreógrafo, director de escena, vestuarista, pedagogo, académico y un largo etcétera a contribuido a la dinamización y fortalecimiento de las artes vivas en territorio ecuatoriano.

Es un orgullo para nosotros como Danza MUYACÁN que la siembra iniciada por Paco hace más de 50 años  de frutos tan gratos como el presente. Como no ser así, si Paco Salvador se ha convertido a lo largo de su desarrollo artístico en un referente y un pilar de la danza y las artes escenicas de cuño ecuatoriano, siendo coherente con su contexto y las luchas sociales del mismo.

No nos queda más que agradecer a Paco por hacernos parte de su proceso y continuar inculcando en nosotros todos los conocimientos que ha adquirido en su ya larga trayectoria. 

Felicidades Paco Salvador, por realizar una buena siembra y que disfrute de la cosecha

En 1971, Fco. Salvador creó la agrupación de danza Muyacan (MYC) en la ciudad de Ibarra – Ecuador.

I

Post navigation

← Ecuador Fest 2025

Recientes

  • Paco Salvador
  • Ecuador Fest 2025
  • El cabello indígena
  • La velada inolvidable
  • Gustavo Alfredo Jácome, el Poeta

Cartas de Japón

©2025 Ciudad de Otavalo