El cantón Otavalo, conocido como la Capital Intercultural del Ecuador, es un lugar de historia y tradición, donde sus habitantes conservan las centenarias prácticas artesanales en la elaboración de textiles, los cuales se comercializan en la Plaza de los Ponchos, una de las más grandes de Sudamérica.
Mantas, tapices, blusas bordadas a mano, bolsos, chompas, bufandas, ponchos de lana de oveja y de alpaca y bisutería tradicional conforman la variedad de objetos que cautivan a los turistas locales y extranjeros.
Al alba llegan los artesanos con grandes costales de mercadería. Para su traslado hasta cada puesto de venta unos utilizan carros adaptados para la carga pero hay hombres y mujeres que transportan los pesados bultos en la espalda.
En las ‘callambas’ o casetas, se exhibe una amalgama de objetos, aunque la mayoría pertenecen al grupo étnico de los Otavalos, también están presentes otros grupos como los kichwa cayambis, kichwa caranquis, afroecuatorianos y mestizos.
“En nuestro territorio se evidencia una gran diversidad. Además de los indígenas, en los últimos años se han asentado pobladores de otros países como Estados Unidos, Alemania y Perú”, señala Luis Yépez, secretario general del Consejo Municipal de Otavalo.
La Plaza de los Ponchos también conocida como Mercado Centenario, es una feria permanente. “El mayor atractivo se da los sábados cuando se convierte en la feria de artesanías más grande de Latinoamérica al aire libre”, señala Yépez.
Rafael Yacelga, uno de los dirigentes de los artesanos, subraya que los precios han variado con el pasar del tiempo. Recuerda que por los años 80, un poncho costaba 60.000 sucres, hoy tiene un valor entre 25 y 30 dólares. “Los miércoles y sábados que son días de feria llega más gente”, comenta.
Las prendas son confeccionadas por las familias que se dedican a esta actividad en comunidades aledañas como Selva Alegre o Apuela, Taxopamba, La Joya y Quichinche.
Dependiendo de la calidad, cada artículo se vende a distintos precios. Los ponchos van desde los 25 dólares hasta los 400 o 600 dólares. Los de alto costo son los tejidos a mano y de doble cara.
En cuanto a la bisutería se comercializa, sobre todo, la de costo bajo. Un collar elaborado con mullos dorados cuesta entre 8 y 10 dólares. Sin embargo, Senaida Morales subraya que estos son una copia de los collares originales o ‘gualcas’, que utilizan las otavaleñas, los cuales son hechos de vidrio y bañados en oro, por lo que su costo puede llegar hasta los 700 dólares. “Esos ya no se venden, es muy poca la gente que aún los utiliza”, cuenta.
La actual estructura de la Plaza de los Ponchos fue diseñada en 1972. Inició con pocos mercaderes que acudían solo los sábados pero en la actualidad alrededor de 1.500 comerciantes venden artesanías todos los días. Sin embargo, su origen se remonta a 1870, cuando el entonces presidente Gabriel García Moreno decretó la venta de artesanías en ese lugar.
En Otavalo, cantón de unos 140.000 habitantes, el 50 por ciento son indígenas y han sido tejedores desde la época preincaica. En la Colonia, debido a estas habilidades fueron forzados a trabajar en los obrajes, creando un comercio textil que se mantiene hasya hoy.
La Plaza de los Ponchos es solo uno de los atractivos turísticos que ofrece Otavalo en Imbabura, la provincia de los lagunas.
Además, se puede visitar la cascada de Peguche, una catarata de 18 metros de altura que se sumerge en un espeso bosque. Se considera un sitio sagrado debido a los ceremoniales que se practican desde hace siglos, sobre todo, los baños de purificación que se realizan en el Inti Raymi.
Fuente: Naula Herembás, Patricia. “La Plaza de los Ponchos, un atractivo de Otavalo”. eltiempo.com.ec. 10 de septiembre de 2019. Web. 14 de noviembre de 2019.