Comer catzos o churos es muy común en Otavalo. Estos dos platos se han vuelto tradicionales en los últimos años, ya que algunos creen que estas comidas deben ser degustadas por los visitantes también. Para algunos no es apetecible, pero otros aseguran que tienen un sabor único e incomparable, que no hay cómo explicarlo hasta que la persona lo pruebe.
En la calle Juan Montalvo, cerca al antiguo mercado 24 de Mayo, está ubicado el local de doña María Rosario Piñán, que a sus 99 años de edad, recuerda que fue una de las fundadoras en vender los churos en Otavalo.
Con su mente lúcida cuenta que a este producto se lo lava “en una canasta, se lo pone con bastante agua y ahí uno se levanta madrugado a cocinar”.
Hace unos 70 años decidió montar este negocio que ahora lo lleva su hija, María Dolores Meza con su nuera Mayra Ruiz.
Carpuela, Chalguayacu, Juncal, Pimán y Aloburo, son los lugares de donde se adquieren los churos.
María Dolores explica que este producto está debajo de la tierra en las zonas antes mencionadas. El recorrido en estos sectores lo hace todos los días acompañada de su mamá.
Por la época de ‘Difuntos’ el producto salió caro. El balde de 4 litros estaba en 50 dólares, el precio aumenta porque también se lo mezcla con una colada hecha a base de maíz o haba. El precio normal es de 25 dólares.
Otra tradición. Ligia Tapia en cambio se dedica a vender los famosos catzos desde hace tres años, recorriendo las calles céntricas del cantón.
Dice que sigue los pasos de su suegra, de quien aprendió a prepararlos. Casi el mismo procedimiento que los churos, se hace con los catzos, los ubica en abundante agua hasta el otro día para freírlos. Aunque lo complicado para Ligia es sacarle las alas y patas para después freírlos a las 06:00.
Fuente: Bravo Piñeiros, Melissa. “Catzos y churos, los bocadillos de Otavalo”. 10 de noviembre de 2019. Web. 21 de noviembre de 2019.