Impecable. Fue tentador comenzar y terminar esta reseña con solo esa palabra, pero la carrera del “Negro” Hugo Ruales merece ser considerada con mucho más detalle. Es ampliamente conocido como uno de los mejores zagueros de su generación debido a su capacidad para organizar la línea de fondo, ganar duelos aéreos, marcación de hombre a hombre y tenacidad en el campo. A estas cualidades hay que añadir un temible misil que tenía en su pierna derecha.
Hugo Ruales Buitrón nació en Otavalo el 8 de mayo de 1943. Su padres fueron Don Antonio Ruales Herrera y Doña Eufemia Buitrón Vela. Fue el tercero de cuatro hermanos: Aurora, Mariana (+), Hugo y Adela. Está casado con Lupe Proaño Echeverría con quien tiene 3 hijos: María Eufemia, Alex Hugo Paul y Carlos Antonio. Tiene cuatro nietas.
Hizo los estudios primarios en la Escuela Ulpiano Pérez Quiñones, los estudios secundarios los hizo en el Colegio Nacional Otavalo. Se graduó en la Escuela de Educación Física de la Universidad Central del Ecuador en Quito.
Muy temprano en el colegio fue descubierto por su profesor de Educación Física, Don Oswaldo Paredes. Lo vio con con aptitudes naturales y lo invitó a jugar básquetbol y a probarse en el equipo de fútbol pues tenía la certeza de que sobresaldría en los deportes y no se equivocó. En tercer curso, fue seleccionado del Colegio en ambos deportes.
Sus compañeros de colegio lo recuerdan como alguien “travieso, bien jodido, bromista”. Fue polifacético, incansable; alguna vez se lo vio jugar básquetbol un día sábado por la noche y al día siguiente jugar dos partidos de fútbol, el preliminar y el de fondo.
Jugó básquetbol en los torneos de la ciudad. Formó parte de un equipo formado por sus primos, Manuel y Vinicio Bolaños, Fernando y Pedro Rueda, Marco Chávez con quienes quedaron campeones en un torneo de básquetbol de Otavalo.
Recuerda al profesor Francisco Páez quien formó un equipo de primer orden, con Gabriel Rojas, Carlos Bucheli, Hugo Ruales y un norteamericano llamado David. Participaron en un campeonato local de Ibarra junto a siete equipos de Ibarra y el equipo otavaleño regresó como Vice Campeón del certamen.
Hugo Ruales también integró un equipo de vóleibol internacional dirigido por el Licenciado Marx Corella.
Vida profesional
Comenzó su vida en el magisterio en el Instituto Nacional Mejía de Quito. Trabajó por un año en el Colegio 5 de Junio de Manta antes de retornar al Colegio Mejía. Ahí laboró como Inspector de Curso, Inspector General, Profesor de Educación Física y Entrenador de fútbol.
También trabajó con la Comunidad de los Hermanos Maristas desde 1976 hasta 2008, en los colegios Borja 2 Los Andes, Academia Militar Ecuador y Colegio Marista. En el Colegio Técnico FAE trabajó desde 1980 hasta 1990.
Por muchos años fue miembro de la Federación Deportiva Estudiantil de Pichincha.
Instituto Nacional Mejía
La llegada al Colegio Mejía ocurrió de una manera casual. Hugo Ruales estaba jugando un partido de fútbol y el Licenciado Rafael Almeida Hidalgo (ibarreño) lo había estado observando. Al fin del partido le extendió una invitación para ser parte de la institución y le fue asignada una carga horaria. Ahí trabajó contínuamente desde el 1 de enero de 1969 por 42 años hasta su jubilación.
Durante 30 años fue el entrenador de la selección de fútbol y obtuvo 23 títulos muchos de ellos consecutivos, el “Patrón” Mejía tiene la satisfacción de ser el único colegio de la capital con este logro en esta disciplina deportiva. Virtud de Hugo Ruales fue infundir en los jugadores una mística ganadora cuya receta consistía de 1) la preparación física como fundamento, 2) la idea táctica como el arma y 3) la entrega a la camiseta como el alma del equipo. Sus equipos jugaban bien y jugaban decididamente, ejercían presión constante hasta el pitazo final.
Varios de ellos sobresalieron después en algunos equipos profesionales: “Muñeco” César Minda, Christian Lara, Arturo Orellana, Danilo Ríos, César Mina, Luis Corrales, en LDU, Jorge Barahona en Deportivo Quito, Luis Bolívar ‘Chifle’ Mosquera, Lupo Guerrero en El Nacional, Alcivar en Barcelona, Juan Carlos Bermeo (América), entre otros, “la memoria es frágil”, dice. Posiblemente olvida a muchos más.
Un artículo de un diario de Quito del 16 de marzo de 2007, publicó un reportaje describiendo la labor de Hugo Ruales en el Instituto Nacional Mejía. Entró a formar parte de la institución cuando tenía 22 años. Hasta entonces este ilustre colegio no brillaba como campeón. El reto de Hugo Ruales fue ponerlo en la cúspide hasta formar una dinastía ganadora. Hasta 2007, llevaba 19 títulos a nivel intercolegial y otros como invitados en torneos. Es tanta su pasión por el fútbol y este colegio que al final de la entrevista dijo querer seguir entrenado al equipo de fútbol, “hasta cuando me saquen”.
Un alumno suyo, coterráneo, narra que al llegar al Colegio Mejía, se encontró con dos profesores que tenían un aura de respeto entre los estudiantes: Eduardo “Cacha” Flor y Hugo “Negro” Ruales. Con los estudiantes que venían de Otavalo era más exigente, “tienen que dar ejemplo”, les decía.
Con el Colegio Marista logró un campeonato con el equipo de la segunda categoría.
Se jubiló en el año 2008, vive en Quito. Actualmente Hugo Ruales está disfrutando de la vida familiar, consintiendo a sus nietas.
Equipos
Durante su juventud, Hugo “Negro” Ruales, jugó inicialmente en el Club Celtas, un equipo cuyo uniforme era verde con blanco, los colores de la Selección de Irlanda. En este equipo había varios jugadores que tenían el mismo apellido Hinojosa, hermanos o primos entre sí.
Junto con Antonio “Negro” Borja y Aníbal Paredes reforzaron al Club Imbayas, un equipo de indígenas, para una gira en Colombia: Ipiales, Pasto y Popayán. En este equipo jugaban los jugadores indígenas Lema, Morales, Farinango, Vega, Maigua y Antonio Quinche; éste último pudo jugar en el equipo profesional de LDU junto a figuras como Gem Rivadeneira, Eduardo Zambrano y Polo Carrera.
La Selección de Imbabura
Por tres años integró la selección de Imbabura. En el año de 1963 hubo un proyecto de hacer de esa selección un equipo profesional y como preparación tuvieron la oportunidad de jugar contra los equipos profesionales de Quito: España, LDU, Universidad Católica, Deportivo Quito, América y Aucas.
Reforzó al equipo Unión de Cotacachi. Con este equipo obtuvo cuatro campeonatos consecutivos. En 1979 debió enfrentar al equipo San Sebastián en partidos de ida y vuelta por el Campeonato Nacional Amateur de Clubes. En Quito jugó en el equipo Puebla Jr. También reforzó otros equipos de Ibarra, Cotacachi y Atuntaqui.
En el Torneo Inter Parroquial defendió a la Parroquia Miguel Egas Cabezas (Peguche).
Jugó el Campeonato Inter Barrial de Otavalo defendiendo al Barrio Copacabana junto con sus vecinos Carlos y Rodrigo Trujillo, Luis Sotomayor, Marco Aguilar, Armando Jaramillo y los hermanos y primos de apellido Arellano. Obtuvieron un Bi-campeonato.
La Selección de Otavalo
El “Club 31 de Octubre” era la base de la Selección de Fútbol de Otavalo, al desintegrarse este club, se formó el nuevo grupo de la selección de Otavalo, al que fueron convocados nuevos jugadores: Abraham Rosales, Francisco Balseca, Wilson Carillo, Hugo Ruales, Aníbal Paredes y Juan Vera.
En 1965, se nombraron nuevos dirigentes para un periodo de cuatro años a cargo de la Liga Deportiva Cantonal. Los dirigentes eran los señores Humberto Flores, Isauro Puente, Ernesto Cisneros, Luis Pérez, Alfonso “Canoso” Orbe, Raúl Maya, Bolívar Andrade.
En 1967, se dio el cambio generacional para formar una joven selección con jugadores que destacaban en el campeonato local. Hugo “Negro” Ruales, Luis “Indio” Echeverría, Washington “Katio” Méndez, Hugo “Mama” Villa, Raúl “Guagua” Rosales, Marco Echeverría, Armando Jaramillo, Gustavo Pareja, Marco “Negro Hinojosa”, Jaime “Turico” Hinojosa y Fabián Barragán llegaron para vestir la camiseta de Otavalo.
Un compañero suyo de la selección recuerda el gol conseguido por Hugo Ruales en el partido final contra la Selección de Ibarra. La trascendencia de este gol radica en que la Selección de Otavalo con ese gol obtuvo el Tri-Campeonato Provincial. Después de ese año ya no se realizaron otra vez campeonatos inter cantonales.
Jugando en el antiguo Estadio de Ibarra, el ambiente hóstil de la localidad caldeaba los ánimos antes del partido. Entonces no había camerinos; cuando los jugadores de Otavalo se cambiaban de ropa la barra local comenzó a lanzar piedras a donde estaba el grupo de los jugadores de Otavalo.
Mientras los jugadores recibían la charla motivacional de parte del profesor César Pavón, un piedrazo le llegó a la cabeza provocando un sangrado. Los directivos pensaron en retirarse del estadio sin jugar, pero finalmente una arenga del entrenador Leonardo Palacios, influyó para que el partido diera comienzo.
-¿Qué les dijo?
-Venimos a ganar, pase lo que pase. De aquí nadie se retira!
En ese entonces se acostumbraba jugar con una formación de 4-2-4. Fue un partido intenso, lleno de faltas. Los pases no eran completados, no encajaba la estrategia. Pero llegó el minuto 20 de la primera etapa; una falta cometida en contra de Hugo Villa se convirtió en un tiro libre a favor de la Selección de Otavalo. No tan cerca del área, normalmente se esperaba un centro al área rival. Hugo Ruales, el capitán, tomó para sí, la ejecución del tiro libre.
Calculó mentalmente la distancia hasta el arco. Miró la barrera de tres hombres y detrás en el arco, divisó a Ramiro Cevallos, el buen portero ibarreño y amigo de Hugo. Tomó distancia y corrió para darle al balón un impulso tal que pasó rozando la barrera a un ángulo de la portería, el arquero se quedó congelado, el balón infló las redes. La Selección de Otavalo ganaba tempranamente 1-0. Restaban 70 minutos.
La Selección de Ibarra buscaba el gol del empate pero el equipo otavaleño se defendía con aplomo. La defensa de Otavalo llevaba jugando mucho tiempo junta, por tanto los zagueros se conocían, se entendían y se cubrían formando una sólida retaguardia.
Para el segundo tiempo, las instrucciones de Leonardo Palacios fueron de mantener la presión en el área contraria y conseguir más goles, nada de defenderse. La Selección de Otavalo ganó el control de la cancha y los embates que se acercaban al arco de Otavalo eran despejados por los volantes y por los defensas. Por las buenas o por las malas. El entrenador insistía en salir jugando, hacer de la interceptación un pase. El arquero titular, Alfredo Avilés se lesionó en el partido y fue sustituído por César Andrade quien tuvo una tarde magistral. Luis Echeverría era el último hombre atrás. Hugo Ruales mandaba en la zaga, ordenaba las salidas, alertaba a sus compañeros. Varios jugadores salieron con las piernas lastimadas por los faltas o por las caídas en la cancha de tierra.
El silbato final llegó tras lo que pareció una eternidad. Los gritos de euforia fueron contenidos hasta salir del estadio. Campeones! Tres veces consecutivas, campeones! Todo el público presente en el estadio ovacionó a Hugo Ruales a los gritos de “buena, Negro Ruales!”, esta hazaña se venía haciendo común en su trayectoria deportiva.
La Selección de Otavalo abandonó la cancha en medio de pedradas y provocaciones. Sin embargo, la llegada a Otavalo fue el equivalente a un carnaval anticipado por la alegría que desató en la gente. En Otavalo llovía pero la gente esperó en el sector del Hospital a los jugadores. Los subieron a la volqueta proporcionada por el Municipio y avanzó en caravana lentamente hasta el Parque Bolívar donde hubo el tradicional baño en la pileta. La Banda Municipal puso la música y a la hora de la melodía ‘No hay como Otavalo’, el alborozo alcanzó su punto más alto”.
Sus compañeros
Al momento de escribir esta reseña (2021), tiene 78 años de edad. Recuerda a Alfredo Avilés, Cesar Andrade, Antonio Borja, Luis Echeverría Caicedo (gran amigo, compañero de colegio), a los hermanos Nelson, Rodrigo y “Mamazota” Lema, Aníbal Paredes, Raúl Rosales, Hugo Villa, Octavio Paredes, Fabián Barragán, Gustavo Pareja, Wilson Velasco, los hermanos Alfonso (Canoso), César y Rodrigo Orbe Mena, Armando Jaramillo, Mora, Marco Hernández, Washington Méndez, y muchos otros más a quienes guarda mucho cariño.
Anécdotas
La bendición
“En una cancha de Carcelén, durante la final del Campeonato Inter Colegial entre el Instituto Nacional Mejía y el Colegio Dillon, el Colegio Mejía se coronó campeón. Me sorprendió mucho cuando mis jugadores se acercaron al final del partido a pedirme la bendición… Me alegró mucho, pero le dí la bendición a todo el equipo”. Un gesto de respeto de sus jugadores conmueve hasta los entrenadores y Hugo Ruales no es la excepción.
Un clásico en las Fiestas del Yamor
En 1967, el Presidente de Liga Deportiva Cantonal, Sr. Humberto Flores, había organizado un partido de la Selección de Otavalo contra la Selección de Ibarra por las festividades del Yamor. Entonces, el partido de la selección era el número principal de las fiestas en Otavalo. Era un día sábado y con un estadio lleno se alistaban para el partido. La Banda Municipal con su música motivaba a la selección y a los presentes. Sin embargo, la Selección de Ibarra se presentó con jugadores profesionales del “Aucas”, como: Ponceano Izquierdo, Petiso Sánchez (arquero), Edmundo Domínguez, Luis Bilbao y Arias. Esto causó sorpresa por la aparente desventaja de la Selección de Otavalo. Al final del primer tiempo Otavalo perdía 2-1. Don Humberto Flores, alentó con energía a los futbolistas y se inició el segundo tiempo. Con mayor confianza, empataron enseguida y luego convirtieron dos goles más. Otavalo ganó 4-2. La selección jugó un partido memorable para tumbar a un equipo agigantado.
“El Mejía es mi vida”
En la página de la Sociedad de Egresados del Colegio Mejía es descrito un encuentro con sus ex-alumnos. Textualmente:
“El Mejía es mi vida” así nos recibió el Negro Ruales en su domicilio, donde nos contó de los 22 campeonatos aproximadamente que obtuvo, incluido los 10 años seguidos de campeón en la categoría sub 18, mientras sostiene la copa de Campeón del Intercolegial Nacional…
Sociedad de Egresados del Colegio Mejía.
Hugo Ruales tenía una constitución física fornida y un don de mando natural para imponer respeto en la zaga. A él le correspondía la responsabilidad de dirigir el equipo dentro de la cancha. Que haya sido elegido el capitán de la Selección fue una decisión previsible. Lo hacía estupendamente bien, daba confianza y lo demostraba con su capacidad defensiva. Era una rara combinación de talento y bravura constante. Si hubiese un Museo de la Fama en Otavalo, Hugo Ruales tendría un lugar asegurado. Con muchos merecimientos.
Fuente: Ruales, Alex Hugo Paúl. Comunicación personal, 20 de febrero de 2021.