Presentamos la reseña de don Ángel Rueda Encalada, un filántropo otavaleño cuya vida tal vez pasó desapercibida para mucha gente, pero que dejó una huella que lo hace único en su visión de la humanidad. Es una voz silenciosa que proclama que, viviendo amablemente, el cambio es posible. Examinamos su vida para llegar a esta conclusión.
Don Ángel Rueda nació en Otavalo el 24 de octubre de 1923. Sus padres fueron don Miguel Rueda y doña Rosario Encalada. Su esposa es doña María Angelita Rodríguez Hidalgo (95 años), con quien procreó cuatro hijos: Gladys (+), Miguel Ángel, Soraya y Dorys.
Su existencia, resumida en los siguientes principios, es producto de su familia:
1. La pobreza no es vergüenza
Estudió en la Escuela 10 de Agosto, pero su ingreso a ella no fue del todo normal. “Cuando don Ángel Rueda tenía cinco años, quería ir a la escuela, pero no podía porque su padre no tenía dinero. Llorando, descalzo, se encaminó a la escuela 10 de Agosto a buscar a un profesor. Cuando encontró a uno de los maestros, le pidió que hablara con su papá para que le permitiera ir a la escuela. Este accedió y así fue cómo el niño logró que le inscribieran en la institución”.
2. La autoformación es necesaria y conduce al éxito
Empero, “no pudo culminar los estudios primarios, debido a la estrecha situación económica de la familia. Sin embargo, fue un autodidacta y un gran observador del mundo. Aprendió por sus propios medios, a través de la lectura: leía dos o tres libros a la semana y asistía siempre que podía a coloquios, conferencias y seminarios presenciales”.
3. El trabajo honrado dignifica al hombre
Don Ángel creía que todo trabajo, por humilde que fuese, engrandecía al hombre. Siendo todavía muchacho, a los 13 años, ya trabajaba en turnos rotativos en la Fábrica textil “La Joya”. Siempre recordaba ese trabajo con mucho orgullo. Antes de los 30 años, llegó a ser Secretario del Sindicato y Comité de Empresa de la Fábrica Textil “ La Joya”, Presidente de la Federación Nacional de Trabajadores del Ecuador y presidente del VIII Congreso de Trabajadores Textiles del país.
4. La ayuda desinteresada trae satisfacciones personales
Siempre creyó que la solidaridad debía ser uno de los más grandes bienes de la tierra y que todas las personas podían servir, desde cualquier puesto o trabajo, sin esperar algo a cambio. Si el agradecimiento venía, venía, pero no debería ser el objetivo principal del servicio social”. No lo dijo, pero lo hacía anónimamente como benefactor de las escuelas Gabriela Mistral y José Martí. Por muchos años ayudó con los desayunos y almuerzos escolares y en la adecuación física de ambos establecimientos.
5. La perseverancia en el trabajo permite el logro de los objetivos
Don Ángel Rueda siempre se caracterizó por su perseverancia, por seguir siempre adelante, a pesar de los obstáculos, de las malas políticas gubernamentales, de las frustraciones o de sus propios deseos de rendirse. Siempre terminó lo que había empezado, trabajando incesantemente hasta conseguir los objetivos que se había propuesto.
Se distinguió como dirigente barrial y fue fundador de varias instituciones de su ciudad: Fue Presidente de la Sociedad de Trabajadores México y del Club de Tiro, Caza y Pesca, desde donde desplegó su actividad a favor de la comunidad. Formó la Cámara de Comercio, trabajó para ella y fue su presidente vitalicio.
6. La nobleza de la competencia deportiva
Don Ángel Rueda creía en la nobleza de la competencia deportiva, especialmente del fútbol. Un deporte que le apasionaba mucho y que lo disfrutó hasta el final, mirando el último mundial, en el 2014. Este juego era importante, decía, porque veía en aquel, el valor del cumplimiento de las reglas establecidas.
De joven, integró la selección de fútbol de Otavalo y en su madurez fue condecorado como el mejor deportista. Fue jugador del Club Punyaro y del Club Social y Deportivo Peñarol.
7. La familia, el bien más preciado
Para don Ángel Rueda, la familia y Otavalo eran sus bienes más preciados. “En la familia”, solía decir, “se generan los sentimientos más fuertes y duraderos, sentimientos de pertenencia, de compromiso personal entre sus miembros, de relaciones de reciprocidad; se aprende a vivir con la diferencia. En este núcleo”, decía, “se fraguan a diario, valores, creencias y normativas que estaba seguro darían frutos en su descendencia”.
Don Ángel Rueda siempre crió a sus hijos por igual. Su enseñanza básica era: no hay limitaciones ni diferencias entre los hijos, aunque las hubiese. Todos debían luchar, solventar los problemas, salir adelante para ayudarse y ayudar al resto, para ser felices.
Su esposa siempre fue su fortaleza y su refugio. Decía, “tras un buen hombre, siempre está una gran mujer”. A ella se apegaba en los dolores más extremos, como cuando perdió a sus dos pequeñas niñas al inicio de su matrimonio y en la adultez, cuando su hija Gladys falleció prematuramente.
Partió en paz, sin dolor, despidiéndose de quienes le amaban: su entrañable esposa, sus hijos, sus nietos, su médico de cabecera y las enfermeras que cuidaron de él. Falleció en Quito, el 4 de junio del 2014.
8. El valor de la vida
Don Ángel Rueda siempre fue un hombre optimista. Vio y juzgó las cosas que sucedían en su aspecto más positivo, aún en los momentos más difíciles que ocurrían en su país, en su ciudad o en su entorno familiar. Siempre pensó que se podía aprender de lo negativo, porque las situaciones adversas eran las que hacían crecer al ser humano. Ni siquiera se dejó abatir en su corta enfermedad. Estar vivo era un privilegio, afirmaba, y agradecía, todos los días, por ello, a Dios, al Señor de las Angustias.
Dignidades
-Secretario General del Sindicato y Comité de Empresa la Joya.
-Presidente de la Federación Nacional de Trabajadores del Ecuador.
-Presidente del VIII Congreso de Trabajadores Textiles del Ecuador.
-Presidente de Honor y Vitalicio de la Cámara de Comercio de Otavalo.
-Presidente, tesorero y síndico de la Sociedad de Trabajadores México.
-Presidente del Club de Tiro, Caza y Pesca de Otavalo.
-Patrocinador especial de Radio Periódico El Observador.
-Miembro de Honor del Sesquicentenario de Otavalo.
-Presidente Comité, Grados y Central de la Escuela Gabriela Mistral.
-Presidente Comité, Grados y Central de la Escuela José Martí.
-Medalla Cotama al trabajador que con mayor vocación se ha entregado a su labor otorgada por el I. Municipio de San Luis de Otavalo.
-Medallas de reconocimiento a su trabajo y a su labor desarrollada en el ámbito social, religioso y económico, por la Cámara de Comercio, el Club México y la Liga Deportiva Cantonal Otavalo.
-Reconocimiento “Otavalo Manta” por su trabajo honesto y digno, ejemplo de trabajo, superación y lucha para el pueblo otavaleño.
-Recibió condecoraciones de muchas instituciones por su aporte al desarrollo social, religioso y económico de Otavalo.
El trabajo humilde y silencioso de don Ángel Rueda deja tras de sí, un camino brillante resumidos en los ocho principios mencionados antes. Sin discursos exagerados impulsó la modernización de Otavalo y logró cambios enormes para la ciudad: la automatización de los teléfonos, la construcción del Banco de Fomento, la llegada del Banco del Pichincha, la edificación del antiguo Mercado 24 de mayo, la construcción de la Cámara de Comercio de Otavalo, la reparación del templo El Jordán y la reconstrucción del Hospital San Luis.
La profunda convicción moral y religiosa le hacía ver el mundo a través de la lente de la bondad sin cuestionar el objetivo. Los actos de generosidad que suceden a diario son aplaudidos si se los hacen virales en el mundo contemporáneo. La labor generosa de toda la vida de don Ángel Rueda merece ser reconocida permanentemente.
Esta reseña fue elaborada por su hija Soraya, nosotros la presentamos como un ejemplo de otavaleño que practicó con su vida la solidaridad proveniente de la sapiencia: “cuando hagas el bien, no dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace tu mano derecha”. Mateo 6:3.
Fuente: Rueda Rodríguez, Soraya. Comunicación personal, 2 de mayo de 2021.