A manera de distintivo propio de conglomerados como el nuestro, resulta factible identificar a personas, que de una u otra manera son parte de nuestra convivencia. Con ellas generalmente pueden practicarse saludos, diálogos fortuitos acerca de temas lugareños, novedades personales, en fin una serie de temas propios de las circunstancias. En esta, nuestra franciscana San Luis de Otavalo, entre varios personajes, que destacan particularidades de la índole referida, he de distinguir a la de un caballero nonagenario, que nunca perdió el trato afable con sus coterráneos, la “chispa” motivante de humor inofensivo lleno de fina picardía, que alienta el buen ánimo de sus contertulios. Me refiero al inestimable amigo Don Néstor Jaramillo Córdova, emérito profesor normalista, vigoroso colaborador de varias instituciones de la localidad, y entusiasta partícipe de la vida citadina.
Hace pocos días fui afablemente recibido en su acogedora residencia, en la que se dignó confiarme reseñas importantes de su vida profesional, y experiencias gratamente atesoradas de su convivencia social, parte de las que me llevaron a conocer la cálida acogida con que le prodigó el personal de colaboradores en el Colegio Nacional de Señoritas “República del Ecuador”, institución en la que se desempeñó como Secretario del Plantel, y en la que ultimó su vida profesional activa.
Sus estudios básicos los recibió en la Escuela Fiscal “Diez de Agosto”, de su ciudad natal, época en la que estuvo dirigida por el ilustre pedagogo don Fernando Chaves Reyes. Culminada su primera jornada estudiantil, pasó al Normal Rural “Alejandro Chaves”, regido en ese entonces por el profesor José Ignacio Narváez Paz, institución en la que se incorporó como Profesor Normalista Rural el año 1942.
Don Néstor Jaramillo Córdova, estuvo vinculado a varias instituciones educativas, sociales y deportivas de la localidad, además de su cumplimiento como concejal de la Municipalidad de Otavalo. en cada una de ellas sobresalió por su especial don de gentes, su sencillez y predisposición anímica, que le hicieron acreedor al aprecio y consideración de sus coterráneos. Característica especial de don Néstor, fue siempre la pasividad de su temperamento, acompañado del humor clásico de sus ocurrencias que siempre indujeron a la celebración del momento. Hace pocos días dejó de existir su hermano Raúl, con quien solía recorrer largas jornadas por las calles de su querida ciudad.
Este caballeroso otavaleño, dueño de una privilegiada retentiva, ha ilustrado con vasto conocimiento a decenas de generaciones que a su tiempo, buscaron su aleccionamiento. Hoy, como ayer mantiene el prodigio de no haber olvidado nada…de cuanto aprendió de sus mejores tiempos.
Fuente: Narváez Rivadeneira, Edwin. “Un incansable luchador.” Letras de Imbabura, Año 19, 15 de abril de 2015. Web. 10 de octubre de 2016.