EL REENCUENTRO DE LOS OTAVALEÑOS
Escrito por Jaime Núñez Garcés
Los vientos veraniegos, proclamando el anhelado período de las vacaciones largas, han constituido por siempre la primera clarinada, anunciando que septiembre viene en camino, portando en sus alforjas generosas el festejo septuagenario y la bebida “vino ocre de los dioses” tradicional.

Para íntima satisfacción, el conglomerado de coterráneos que fijaron su residencia en otras latitudes cuando en la búsqueda de encontrar mejores realizaciones, abandonaron la querencia natal, podrán disfrutar del “Reencuentro de Otavaleños Ausentes”, en su edición número ocho, evento debidamente establecido, merced al entusiasta y complaciente aval de la comunidad otavaleña en general e inmerso en el marco de la fiesta del yamor.

Conviene aclarar que con el afán de hacer más participativa la organización, Patricio Proaño, Ramiro Velasco y quien de manera directa escribe estos renglones, decidimos establecer un “priostazgo” de carácter anual, de allí que (como bien pudieron constatar los asistentes durante el desarrollo del programa anterior), se resolvió nombrar prioste al Club Rivertón, institución a la que desde esta tribuna agradecemos de antemano por su manifiesta aceptación y colaboración. Se adoptó esta fórmula porque hacer una entrega (que no es el caso), implicaría quizá una instancia legal por tratarse de un certamen debidamente registrado, recalcando que como tal, contiene un lineamiento prefijado que debe cumplirse, cual es, llevarse a cabo el primer domingo del período de fiestas, en horas de la mañana y mediodía. Tal implementación, conlleva la sana intención de que en el hipotético caso de constituirse en un número abierto a todo público y de carácter nocturno, se convierta en una celebración más de las habituales, portadora de una brillante oportunidad para empinar el codo y vaciar una que otra copa para congratularse con el dios Baco, contando además con una numerosa asistencia, no precisamente de las personas por quienes surgió esta iniciativa, los queridos y siempre presentes en nuestras reminiscencias: los otavaleños ausentes.

De manera similar, durante el transcurso o al final de esta programación, designaremos a la entidad prioste anunciando a los presentes, quien tendrá a cargo de manera patriótico-voluntaria, la próxima organización y así sucesivamente, mientras Dios nos permita continuar cabalgando lanza en ristre sobre una montura de buenos, sanos y desinteresados propósitos.

Un programa de otras características, con intención diferente, quien quita que ésta sea obscura, puesto que en la viña del Señor (nuestro valle del amanecer en este caso concreto) también hay de todo. Realizado a diferente hora y día, podrá ser espectacular, fuera de lo común, de convocatoria masiva, embelequera, ¡OJO! Menos ser o denominarse el “Reencuentro de Otavaleños Ausentes”.

¿Cuál es el objetivo? En su parte medular, único, bienintencionado, ha sido, es y será, ofrendar la oportunidad de volver a percibir con añoranza aquellos rostros, cincelados en perfiles de nostalgia permanente; sentir como buenos otavaleños el estrechón de manos, los abrazos sinceros y afables, la palmada cariñosa; fortalecer la amistad y el compañerismo irrefutable; tornar a recorrer imaginariamente la barriada querida y por sobre todo, remarcar el orgullo de haber nacido en este entrañable suelo ¡VIVA OTAVALO!
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Fuente: Núñez Garcés, Jaime. Comunicación personal, 25 de junio de 2025.