Marco Hernández Dalgo

El 30 de mayo de 2019  la organización UNESCO otorgó a la Provincia de Imbabura el grado de Geoparque Mundial (el primero en el Ecuador) debido a los numerosos sitios naturales que existen en la provincia. Las aguas termales de Nangulbí son muy conocidas, y si se aventura un poco más, puede visitar la cascada de Balsapamba, un lugar atractivo en medio del verdor inhóspito del sector. 

FOTO © Henry Hernandez Buitrón

Cincuenta y cuatro años atrás, un joven de veinte años, recién graduado como normalista, se bajaba agotado en Apuela del polvoriento bus que había salido de Otavalo cuatro horas antes. Llevaba una maleta con lo indispensable: textos escolares y ropa. El bus transitó por una vía empedrada en tramos, baches intermitentes y curvas agudas en medio de la neblina. Venía con el nombramiento de profesor para asumir el cargo en la Escuela García Moreno.

Al bajarse pensó que la escuela estaría cerca, pero cuando miró a la gente que lo esperaba ofreciéndole un caballo intuyó que estaba un poco alejado. Era la primera vez montando un caballo y preguntó preocupado, “y el camino…?” Le indicaron el monte donde había una senda estrecha conocida por los habitantes del sector. ¿Y la escuela? “Aquisito nomás…”. Fueron dos horas de cabalgata hasta llegar a su destino final: Balsapamba. Un pueblito pequeño perteneciente a la parroquia Vacas Galindo, del cantón Cotacachi. 

Presentamos al profesor Marco Hernández Dalgo, un distinguido docente que sirvió a la Ciudad de Otavalo desde diversas funciones.

El nació en Otavalo el 27 de agosto de 1946. Sus padres son don Francisco Hernández Terán (+) y doña Olimpia Dalgo. Es el hijo mayor de cinco hermanos. Porta la distinción  de ser el primero de los nietos de la familia Hernández-Terán, una familia numerosa compuesta de once hijos que han generado 42 nietos, muchos bisnietos y abundantes tataranietos.

Está casado con la profesora Lidia Buitrón desde hace 46 años quienes procrearon dos hijos: Marco y Henry, ambos muy recordados por su talento futbolístico en la ciudad de Otavalo. Ambos son miembros de las Fuerzas Armadas del Ecuador con el rango de Mayor y Teniente Coronel, respectivamente. Tiene tres nietas y un nieto, en orden de edades: Melany, Henry, Paula y Doménica

Estudió en la escuela José Martí de Otavalo. Los tres primeros años de la educación secundaria las realizó en el Colegio Nacional Otavalo. Luego ingresó al Colegio Normal Juan Montalvo de Quito donde obtuvo el título de Profesor. 

En el año 1966 empezó en una modesta escuelita rural su larga carrera en la docencia. Recuerda a sus primeros alumnos, 40 entre niños y niñas, quienes venían caminando o venían a lomo de caballo desde sitios distantes. El esfuerzo que hacían ellos, era de por sí la motivación principal para el profesor recién llegado de la ciudad.

FOTO © Henry Hernández Buitrón

A pesar de la lejanía, Balsapamba tiene sus atractivos: el sitio conocido como El Churo, por ejemplo, ofrece una vista formidable de la región. Ahí cerca está una vertiente misteriosa cuyo  flujo llega a la cascada de Balsapamba en la que es posible bañarse en el “gualón”, conocido así por los habitantes del sector.

La antigua escuela de Balsapamba donde trabajó el profesor Marco Hernández es todavía conservada. Mantiene sus paredes hechas de bareque (material de cañas, barro y paja) y el techo de tejas ha sido restaurado.

En los fines de semana, en medio de un sector alejado de todas las tentaciones, cuenta que una de las actividades que solían hacer era ir hasta Palma Real, una caminata de cinco horas, para acompañar al equipo de fútbol de Balsapamba.

La guitarra de las serenatas
Otra actividad, más artística, eran las serenatas en Apuela a una agraciada profesora recién llegada desde Atuntaqui. En ese entonces, no había electricidad en la zona rural y se las ingeniaban para ofrecer canciones a todo volumen con una radiola de baterías que máximo resistían dos horas. Con los ánimos muy altos, continuaban la serenata a pura voz y guitarra. Tenían mucho entusiasmo. Aunque las dotes artísticas de Marco Hernández no alcanzaron la fama…fueron suficientes para  conquistar el corazón de Lidia, la profesora nueva de la escuela en Apuela. Esa guitarra es aún conservada en casa de su hijo Henry. Su nieto mayor, también llamado Henry, comenzó sus primeros pasos en la música con este instrumento. Mayor motivación no puede haber.

FOTO © Henry Hernández Buitrón

El concurso de canto
De este período conserva en su memoria una visita inesperada del Supervisor de la Zona, el profesor Tarquino Báez. Los docentes, Raúl Ruiz, Gonzalo Echeverría y Marco Hernández le ofrecieron el mejor cuarto para que se hospede y le invitaron a una cena con la comida de la región. En las festividades del pueblo, estaba programado que los tres profesores participen en el concurso de música y el Supervisor sería parte del jurado. Supusieron que eso era una ventaja a su favor… pero los esfuerzos musicales del trío fueron en vano pues el jurado, con el Supervisor incluído, les otorgó el segundo lugar. Piensan que debieron ser más generosos en la comida la noche anterior.

FOTO © Henry Hernandez Buitrón

Juventud
Para nadie es desconocido que la semana previa a los exámenes, en Otavalo, los jóvenes estudiosos acostumbran levantarse muy temprano e ir al Parque Bolívar a estudiar. Marco era uno de ellos, su casa era contigua al Parque y la responsabilidad le obligaba a estudiar de madrugada. Arropados con ponchos y caminando alrededor del parque los estudiantes memorizaban las probables respuestas del examen. En esa oscuridad matinal, ningún estudiante se quedaba dormido, el frío lo impedía. 

Su fe católica inspiraba sus acciones. Entre las devotas familias que madrugaban a las procesiones de la Virgen Dolorosa del Colegio, era posible encontrar la figura de un joven alto acompañando la procesión organizada por la Iglesia de San Francisco y que se celebra cada mes de Abril, Mes del milagro del Cuadro de la Dolorosa.

FOTO © Henry Hernández Buitrón

El fútbol y su herencia
Es muy conocida su afición por el fútbol. Jugó en los equipos Peñarol y  Deportivo Quito, ambos de Otavalo. Para los partidos programados en el Estadio de El Batán, se las ingeniaba para venir a Otavalo el día anterior, jugar el partido el día domingo y  regresar en el único bus disponible en la tarde. Es recordado como un “caballero dentro y fuera de las canchas, siempre fue un defensa central seguro y técnico, excelente cobrador de tiros libres y un jugador que organizaba su defensa y su equipo desde atrás, mostrándose como un líder en la cancha”. Fue convocado a la selección de la ciudad en varias ocasiones. En su adolescencia practicó brevemente la natación en la piscina El Neptuno.

De izquierda a derecha: Marco Hernández, Francisco «Pachito» Hernández, Jorge Quiróz.
FOTO © Henry Hernández Buitrón

El profesor Marco Hernández es padre de Henry Hernández Buitrón, un puntero izquierdo, a quien su formador, Luis Jaramillo Paredes, lo describe como “un zurdo espectacular de una precisión increíble”. En Otavalo jugó en el club Brazil. Fue jugador de la Selección de Otavalo. Con la selección de Imbabura obtuvo el Campeonato en los Juegos Nacionales de Ambato en 1992. 

Jugó en la categoría sub-17 de El Nacional cuando el equipo era dirigido por Carlos Sevilla Dalgo, primo directo de su abuelita. En este tiempo fue convocado a la Selección Juvenil de Ecuador por Dussan Drascovic.

Henry nació diestro y atribuye a su tío Jorge la predisposición para usar la pierna opuesta; de niño le inculcó a chutear la pelota con la pierna zurda. Luego desarrolló naturalmente el talento por controlar la pelota pegada al pie por el lado izquierdo de la cancha.

Selección de Otavalo.
FOTO © Luis Jaramillo Andrade

Labor profesional
El profesor Marco Hernández obtuvo el nombramiento para la Escuela José Martí en el año 1974. En ella ejerció la docencia por un período de 30 años; primero como profesor por diez años y luego como Director a partir del año 1984.

FOTO © Henry Hernández Buitrón

Durante su vida profesional se desempeñó como Director de la Unión Nacional de Educadores de la ciudad de Otavalo,  fue dirigente de esa misma organización a nivel de la Provincia. También fue Director de la Asociación de Directores de Escuelas Primarias de la Provincia de Imbabura.

En sus últimos años de vida profesional se desempeñó como Director de la Unidad Educativa Municipal “Valle del Amanecer”, un establecimiento de gran prestigio en la ciudad de Otavalo. 

Viaje a La Habana
Conserva fresco en su memoria el viaje que realizó a La Habana para participar en un  Congreso Internacional de Pedagogía. Gracias  a la gestión del Embajador de Cuba en nuestro país, fue recibido por el Presidente Fidel Castro, quien lo felicitó por su labor  como Director de la Escuela que lleva el nombre de José Martí, prócer de la Independencia de Cuba y América. Fidel Castro se encargó que seis profesores de la Escuela José Martí pudiesen viajar con todos los gastos pagados a recibir una capacitación en Pedagogía en Cuba, una deferencia del líder cubano hacia la Escuela, algo que ningún otro establecimiento lo había conseguido en nuestro país.

Director Ejecutivo de las Fiestas del Yamor
El trabajo desinteresado en favor de Otavalo ha sido una de sus principales características, por ello, el Municipio lo designó como Director Ejecutivo del Yamor 1992. Las Fiestas de ese año han sido consideradas por la ciudadanía como uno de las mejores organizadas y que gustó mucho a la gente local. Sin duda marcó un antes y un después de esta fiesta conocida a nivel nacional e internacional. La programación se cumplió dentro de los límites del presupuesto e incluso hubo un sobrante que fue destinado a agasajar con un anillo conmemorativo a todas las candidatas a Reina del Yamor de ese año.

FOTO © Henry Hernández Buitrón

Hicimos esta reseña hecha con mucho afecto. Concluímos con un proverbio japonés: «Vale más un día con gran maestro que mil días de estudio diligente”. La labor sacrificada del maestro está personificada en el Profesor Marco Hernández Dalgo. Considera misión cumplida el haber caminado junto a sus alumnos a lo largo de tantas promociones y graduados.

Su hijo Henry lo describe mejor: “Como padre ha sido ejemplar, un modelo de virtudes y trabajo, un buen esposo, abuelo, hermano, hijo, amigo y maestro. Su vida pública jamás ha sido tachada por algún acto que afecte su honra. Sin duda un gran hombre y maestro otavaleño”.


Fuente: Hernández Buitrón, Henry. Comunicación personal. 8 de septiembre de 2020.