Noticias

Una reliquia preciada

𝐴𝑢𝑡𝑜𝑟: 𝐽𝑎𝑖𝑚𝑒 𝑁𝑢́𝑛̃𝑒𝑧 𝐺𝑎𝑟𝑐𝑒́𝑠

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,?
como el pájaro duerme en las ramas,?
esperando la mano de nieve?
que sabe arrancarlas!

-Gustavo Adolfo Becquer.

No recuerdo con exactitud cuál de mis hermanos mayores me dijo en esa ocasión ya bastante alejada “él es el señor que hizo la canción de Otavalo”, admirado, fijé la vista en Don Alejandro Plazas quien vistiendo terno y luciendo su inseparable sombrero, pasó junto a nosotros. Ya le conocía, porque todos los domingos en horas del mediodía, asistía al parque para pararse a poca distancia de la banda municipal. Tal revelación debió ser hecha ya que de niño (como muchos paisanitos supongo) solía tararear el “No hay como Otavalo”.

Imagen © Raimundo Mora.

Cuando iba a imaginar que, una vez cumplidos mis veinte abriles, iba a contraer matrimonio con su nieta, circunstancia feliz que me acercó a quien admiraba por sus dotes de compositor. El acercamiento subsiguiente, me permitió a través de entretenidas conversaciones, conocer sus vivencias, innumerables anécdotas y al Otavalo de ayer y su gente. De otro lado, me permitía observarle en los momentos de inspiración, rasgando su guitarra, nota por nota, acorde tras acorde mientras a lápiz, transcribía su creatividad al pentagrama, meticulosamente elaborado por mano propia. Una caligrafía musical brillante, un esmero y una pulcritud eran notorios en las partituras pasadas a limpio con tinta.

Foto © Archivo personal de Jaime Núñez Garcés.

Tal fue la empatía consolidada durante 16 años que días antes de su sensible deceso (acaecido el 16 de septiembre de 1991), por disposición suya, todo el bagaje de música debía ser entregado a mi persona, legado invalorable y encargo honroso que conservo con reverente cuidado. Suman cientos de partituras de todos los ritmos, música litúrgica, marchas militares, temas inéditos, arreglos musicales para una variedad de instrumentos, elaboración debida a su meticulosa autoformación.

Foto © Archivo personal de Jaime Núñez Garcés.

Existe un objeto preciado al que con mi esposa cuidamos como a la niña de nuestros ojos por ser prácticamente una reliquia: su guitarra. Desde este instrumento de cuerda surgieron –vía inspiración– miles de notas entre las cuales, aquellas que, constituyendo hermosas melodías, formaron quizá sus canciones más emblemáticas, nuestro segundo himno “No hay como Otavalo” y “Mis tres marías” (título original). Conservo también el voluminoso cuaderno de empastado ya añejo, en la primera página, al inicio de este recopilatorio didáctico consta: “Principios de conocimientos de música. En clarinete en Sib. De Alejandro Plazas. Empese en diciembre 4 de 1918”. Al reverso del brazo de la guitarra se lee “Segundo T. Cervantes 1929”. Es quien obsequió la guitarra a Don Alejandro y también le inició en el arte, impartiéndole las primeras lecciones musicales, autor además de la música del himno a Otavalo.

La guitarra de don Alejandro. Foto © Archivo personal de Jaime Núñez Garcés.

Las tres marías: María Esperanza, María Fabiola y María Leonila Plazas Córdoba. Foto © Archivo personal de Jaime Núñez Garcés.

Haciendo un paréntesis, conviene anotar un hecho relacionado con el pasillo “Las tres marías”. A mi juicio, la mejor versión instrumental es la de “Los violines de Lima”, grabada en 1968 durante una visita a Guayaquil que hiciera el conjunto peruano conformado por cinco ejecutantes del violín bajo la dirección del maestro Julio Santos. La producción donde destaca este tema de mi predilección, encierra una pequeña historia anecdótica.

Portada del disco LP. Foto © Archivo personal de Jaime Núñez Garcés.

Interrumpiendo el itinerario de presentaciones del grupo musical, Ifesa decide crear un LP donde constarían los doce mejores pasillos del pentagrama nacional ecuatoriano. Con Héctor “manito” Bonilla a la cabeza (en ese entonces director musical de esta productora discográfica), un grupo notable, procede a efectuar un escogimiento exhaustivo, al final, son seleccionadas las mejores canciones, creaciones de los considerados mejores compositores como: Enrique Espín Yépez, Francisco Paredes Herrera (el “príncipe del pasillo”), Miguel Ángel Cazares, César Guerrero, José Ignacio Rivadeneira, Segundo Cueva Celi, Carlos Rubira Infante, Enrique Ibáñez Mora y el otavaleño Alejandro Plazas Dávila. Una verdadera y auténtica “Audición de Gala del Pasillo Ecuatoriano” que es como titulan a este larga duración, grabado en el sello Orión. En la ejecución del órgano y el piano interviene un gran intérprete, el maestro Segundo Jiménez Zambrano.

Contemplo por un instante la guitarra vejancona, en mi memoria, vuelvo a reeditar las imágenes de Don Alejandro, pulsando esas cuerdas para arrancar melodías sempiternas. Sin duda… una reliquia preciada.

Nota: El retrato es autoría de Raymundo Mora. Los nombres de las tres marías: María Esperanza, María Fabiola y María Leonila Plazas Córdoba.

__________
Núñez Garcés, Jaime. Comunicación personal, 24 de abril de 2024.

Nuria Rengifo Dávila

Soy la primogénita de una familia grande y hermosa, con mis padres aún vivos en esta fecha, 6 hermanos, 3 hijos, 7 nietos, 13 sobrinos y 4 sobrinos nietos, diseminados en Ecuador, EEUU., México y Europa.

Mi primera infancia es una etapa que recuerdo con gran alegría porque fue mágica, llena de risas y aventuras en el marco de la familia pequeña y disfrutando de las familias grandes, tanto paterna como materna, ya que tuve el privilegio de gozar de mis abuelos, tíos (tías que se peleaban por cargarme), hermanos y primos con quienes me interrelacioné hasta bien entrada la adolescencia y sigo gozando de la presencia de muchos de ellos hasta ahora.

Leer más…

Cuando Juan Gabriel visitó nuestro hermoso valle

𝐸𝑠𝑐𝑟𝑖𝑡𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝐽𝑎𝑖𝑚𝑒 𝑁𝑢́𝑛̃𝑒𝑧 𝐺𝑎𝑟𝑐𝑒́𝑠

Tras el inesperado y sorpresivo deceso del gran “divo de Juárez”, acaecido en la mañana del 28 de agosto del 2016, el impacto mediático consecuente ha sido tal que la prensa desde sus diferentes fuentes, persiste en proporcionarnos información real o en algunos casos imaginaria, esta última, cuando afirman que está vivito y coleando o que no estaba muerto… andaba de parranda.

A excepción de Rosa y Pablo (quinto hijo, único sobreviviente del matrimonio formado por los campesinos Gabriel Aguilera y Victoria Valadez), todos los hermanos han fallecido por infarto: Virginia, José, Guadalupe, Gabriel, Miguel; tres a quienes pusieron por nombre Rafael, también han muerto; a Victoria, la madre, también le falló el corazón. Alberto, el último vástago, permanecerá por siempre en la memoria de sus seguidores a través de las múltiples canciones que él creó.

Leer más…

Una historia de emigrantes

Autor: Jaime Núñez Garcés

En su oficio inextinguible de crear situaciones para tejer historias, el destino quizá no intuye que una vez consolidadas, algunas resultarán curiosas e interesantes. Como suele ocurrir, las disimilitudes confluyen, urdiendo circunstancialmente los hilos del tramado anecdótico. De ese tejido resultante… esta muestra auténtica.

Durante décadas una laboriosidad atávica ha caracterizado a los pobladores de Peguche, labriegos persistentes y artesanos hábiles que han ido legando su quehacer generación tras generación. Tal es el caso de Segundo Lema, ahora octogenario, quien con sus hijos Segundo y José, acostumbraba viajar hasta Quito para vender ponchos cardados, chales, chalinas y bufandas, mientras los años sesenta crecían apacibles. La artesanía elaborada con lana pura en telares manuales tenía buena acogida, el Cuerpo de Paz, las inmediaciones del hotel Quito y el Colegio Americano, eran los sitios estratégicos de expendio. Como la jornada laboral duraba cinco días, fue indispensable arrendar un cuarto pequeño por el sector del Cumandá. A la placidez que el entorno hogareño ofrecía, retornaban los fines de semana.

seguir leyendo…