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Modesto Jaramillo Egas

Este destacado médico, personaje de la medicina nacional, una verdadera figura en el campo ciudadano, es sin embargo olvidado como muchas otras personalidades del Cuerpo Médico del Ecuador. El Dr. Jaramillo Egas dedicó su talento, sus actividades y sus bienes de fortuna al engrandecimiento y progreso de la Patria.

Nació en la ciudad de Otavalo el 28 de Noviembre de 1817, coincidiendo con la proclamación de Guayaquil independiente de la Colonia Española, erigiéndose en Gobierno autónomo. Fueron sus padres Dn. Manuel Jaramillo y Hernández y Dña. Rosa Egas y Paredes; perteneció a una familia austera, vinculada con familias españolas. El mismo Dr. Modesto Jaramillo afirmaba, en virtud de tradición familiar, que era pariente colateral de la Beata (hoy Santa) Mariana de Jesús Paredes y Flores, tanto por el lado paterno como por el materno. De esta familia proviene la rama de la madre de Dn. Pedro Moncayo. Asimismo los Barberis Jaramillo, los Egas Jaramil!o, los Jaramillo Arteta, como el General Luis Jaramillo y Dn. Ricardo Jaramillo, así como los Vela Jaramillo y otros.

Los estudios de primaria los efectuó en su ciudad nativa. Los secundarios y superiores en la Ciudad de Quito. Ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Central y realizó los estudios de medicina y obtuvo el titulo de doctor en Ciencias Médicas el año de 1845; fue tan aprovechado que antes de los 27 años concluyó los estudios y tuvo que esperar tener la edad para recibirse de médico. Cabe señalar que la carrera de medicina la optó sin vocación “Soy médico porque no tuve valor para contrariar a mi madre”. Además decía: “No hay mayor desgracia que contrariarse o ser contrariado, porque dlfícilmente se podrá ser apto y sobresalir en la carrera que se corone contra los propios sentimientos. Todos los medios honestos para ganarse la vida son buenos, pero les aconsejo que sigan el comercio, que es la más fácil y lucrativa de las profesiones. Sin embargo deben tenerse en cuenta los impulsos naturales a que se inclina uno”.

Allá por el año de 1838 se trasladó a Barbacoas, ciudad colombiana, después de recibir su herencia de diez pesos febles y los empleó en manufacturas imbabureñas. Era su inclinación hacia el comercio. En esto obtuvo pérdidas, y posiblemente ejerció la profesión, pero lo único favorable en esta estancia en Barbacoas, fue el aprendizaje del francés que lo efectuó con un profesor competente que encontró allí: En el año de 1846 fue a Guayaquil por primera vez y se dedicó al comercio efectuando viajes a Lima sin resultados positivos, escapando de un naufragio, de morir ahogado en las costas peruanas. Se radicó en Lima por algún tiempo y luego retornó a Guayaquil, donde inició el ejercicio de su profesión, atendiendo enfermos que sus colegas amigos le cedían. Estando en pleno ejercicio de su profesión, don Manuel Estrada le ofreció letra abierta para que continuase en los negocios comerciales que era su inclinación. Perdió diez mil pesos, que los pagó con el producto de su profesión que ya le había tomado cariño, y sin embargo continuó sus negocios con sus sobrinos Chávez, radicados en Manabí.

El año de 1852 hizo viaje a París como Secretario de la Legación, acreditado por el Gobierno del General Urbina. Allí intervino en el célebre asunto Monthólon (amenaza de Francia de emplear la fuerza si no se pagaban 80 mil fuertes por daños a un buque francés , por los presidiarios de Galápagos). Arreglado esto se dedicó en París a perfeccionar sus estudios de medicina, asistiendo a las lecciones orales de renombrados profesores: Troussó, Pidoux-Nelatón, siendo su compañero el gran y afamado Dr. Acevedo. Se dedicó especialmente a oftalmología (especialidad que ya se esbozaba). Trajo un juego de instrumentos de cirugía no conocidos aún en Guayaquil. Después de una estancia por varios años en París se dedicó a visitar otros paises de Europa y Estados Unidos de Norte América. Antes de su viaje a Francia, durante la administración de Urbina, fue reabierto el Hospital Militar de Guayaquil (Hospital de Santo Domingo); para ocupar la Dirección de ese Centro de Salud, fue designado el Dr. Jaramillo Egos, habiéndose excusado con anterioridad el Dr. Mascote.

Retornó a la Patria y se radicó en Guayaquil, donde ejerció la profesión con un éxito sorprendente, con clientela selecta y numerosísima: le colocó en situación preponderante . En 1873-7876 con motivo de una fractura de la pierna derecha por caída de un caballo cuando regentaba sus haciendas Chirijo y Chobo, se separó de la clientela y en 1878 lo hizo definitivamente.

Este distinguido médico vivió al margen de la política, rara actitud para los hombres de aquella época tan movida y turbulenta. “La segunda dictadura de Veintimillo, lo sacó de su actitud neutra. Los abusos de este dictador (con minúscula) despertaron en él indignación e inconformidad. Entró de lleno a combatir a esta dictadura convirtiéndose en el olmo y en la acción impulsora de ese movimiento histórico restaurador, en el año de 1882. Derrocado el dictador, se formó un Gobierno Pentavirato en toda la Nación, del cual formó parte hasta cuando Dn. Plácido Caamaño asumió el Poder. Caamaño el del negociado de la Bandera, cuando Gobernador de Guayaquil, definió así este aspecto histórico. “Su intervención y la de su familia se debió al rechazo de un gobierno despótico, a la defensa de las instituciones para restituir la legitimidad constitucional y así lo hizo”. Desde entonces, siguió interviniendo en la política agitada de aquella época histórica. Anotamos que no ha sido excepcional a través de la Historia la intervención política de los médicos y que ésta ha sido fructífera para bien de las instituciones estatales y sociales; pero con ausencia de acción en lo que se refiere a las organizaciones y defensa de la Medicina, y de los derechos de los profesionales.

“En el año de 1883, el Dr. Jaramillo Egas ocupó diferentes situaciones de servicio público: Concejal en Guayaquil, jefe Político del Cantón Guayaquil, Gobernador de esta Provincia hasta el año de 1888, año en el cual finaliza el período Presidencial de Caamaño. Desde estos sitios institucionales, fue un ferviente, esforzado y sincero propulsor del progreso y engrandecimiento de Guayaquil, pues, consideró que como Puerto estaba llamado a desempeñar un papel de primer orden en el desenvolvimiento económico del País, y en el concierto civilizador. Dio realce y prestigio político a la Gobernación del Puerto. Con el propósito de servicio, reconstruyó el vetusto Palacio de la Gobernación, levantó el Hospital Militar del Puerto, puso decidido empeño en mejorar las condiciones higiénico-sanitarias de Guayaquil, elaboró algunos proyectos que propendían al mejoramiento y progreso de la urbe, pues, ni el tiempo ni los recursos económicos le permitieron llevarlos a realidad, pese a sus anhelos para su tierra adoptiva a la cual sirvió y amó tanto”.

Al ascender al solio Presidencial Dn. Antonio Flores, se retiró de la Gobernación de la Provincia de Guayas: sin embargo no negó su concurso valioso al País; y así en 1890 lo encontramos formando parte del Congreso Nacional, en calidad de Senador por la Provincia de lmbabura, su tierra nativa.

Múltiples son los servicios prestados por el Dr. Jaramillo a Guayaquil, por un lapso de 20 años, fue Contralor del Hospital de Guayaquil. Este ciudadano e ilustre médico, servidor de la Patria, sabía darse a los demás con sentido de servicio social, y no sólo fue médico distinguido, por su saber y su experiencia, sino hombre de talento, dinámico, patriota y llegó a ocuparse de otras actividades que le han conquistado en la historia, junto con el respeto y admiración ciudadana, un sitio preferente.

Importa señalar que muchos valores de la Medicina son ignorados en sus acciones creadoras y benéficas, más aún en sus acciones altruístas frente al ejercicio profesional y en su contribución efectiva en el campo de la Medicina Nacional; por esto es necesario conocer lo que los médicos han hecho a través de su vida, porque sus actividades y sus acciones son parte de la historia y de la cultura de la nacionalidad. Desde luego, el olvido y la ingratitud, es galardón y moneda corriente con lo cual se paga los servicios a quienes se han esforzado y sacrificado por dar lustre y prestigio a las profesiones y a la Patria.

El Dr. Jaramillo Egas, fue además un destacado industrial. “Con el propósito de estudiar y de conocer en detalle la industria azucarera viajó a Chile; a su retorno y cumplido el motivo de su viaje, fundó el Ingenio que en la actualidad lleva el nombre de “Luz María”(*). Siguiendo en su trayectoria de servicios, fue a Macas para estudiar y ensayar el lavado de oro. En Guayaquil estableció la primera fábrica de hielo, con su propio peculio y esfuerzo. Asimismo, levantó en el cantón Yaguachi un caserío que más tarde se convirtió en la Parroquia de Chobo en 1912”.

El Dr. Jaramillo, debido a su esfuerzo y trabajo, pudo formar una magnífica fortuna, mejor una cuantiosa, que no solamente le sirvió para sus necesidades personales, sino para beneficio colectivo. La Filantropía fue una de sus virtudes, tan raras ayer, como hoy y como mañana. La Filantropía que practicó, fue la de dar más para el beneficio social, de sus medios económicos y de su acervo mental y espiritual. El poeta Pablo Aníbal Vela, al hacer un perfil de este galeno incomparable, lo califica como “El Prócer del Corazón y del Cerebro”, y dice, “había aprendido desde su juventud las generosas conjunciones del verbo dar y diariamente dio y daba a propios y extraños cuanto pudo y podía, lo mismo en el alivio de los necesitados, en el socorro de un infortunio o como bálsamo para una calamidad, que para ésta o aquella obra pública”.

Después de los incendios del 7 y del 15 de Octubre de 1896, que tantos daños causaron a la ciudad de Guayaquil, el ilustre Cabildo de dicha ciudad para perpetuar y honrar la memoria de su benefactor, dio el nombre del Dr. Jaramillo Egas a una de las calles de la ciudad.

No olvidó a su ciudad nativa el Dr. Jaramillo; extendió hasta ella su mano generosa y de alto sentido de servicio social, y consecuente con su filosofía de saberse dar a los demás y de dar más para el bien común que para lo satisfacción personal, dispuso que con sus dineros se funde en Otavalo un establecimiento educacional; y allí tenemos el edificio en el cual funciona el Colegio de Segunda Enseñanza, difundiendo información y cultura, gracias al aporte económico y al deseo del Dr. Jaramillo, de servir a su tierra nativa y a la difusión de la cultura.

Esta es a grandes rasgos la preciosísima existencia de un médico, devotamente consagrada al bien y al servicio social. Sus obras no han sido escritas en voluminosos libros, ni en revistas, ni en la prensa; tampoco trazó ni bosquejó artículos o trabajos de Medicina, pero su obra de saberse dar a los demás, está escrita en forma práctica y perdurará a través de los siglos en el alma y en el cerebro de sus conciudadanos, singularmente en el de los médicos de la República. El año de 1900, después de haber hecho tantos bienes, finalizó el camino de su existencia fecunda, este filántropo, este patriota admirable, cuyo ejemplo es digno de imitarse y de rendida veneración.

(*) No es el Ingenio Luz María sino el Ingenio Santa Rosa de Viterbo de Chobo.

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Fuente: Montero, José A. “Modesto Jaramillo Egas”. Sarance, revista del Instituto Otavaleño de Antropología no. 2, 1976, pp. 126-129.

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