Patricio Proaño

Según la etimología de su nombre, Cotacachi significa “Castillo de Luz”. Cotacachi, la capital musical de Imbabura, es cantón desde el 6 de julio de 1861. Por su orientación ambientalista ha sido reconocido como el “primer cantón ecológico de América del Sur”. Posee, además, el título de “Primer Territorio Libre de Analfabetismo en el Ecuador”, otorgado en el año 2005 por la organización UNESCO. 

Efrén Patricio Proaño vio la primera luz en Otavalo, aunque sus raíces maternas y paternas provienen de la bella ciudad de Cotacachi.

En la cabina de Radio ARMONIA.
FOTO © Patricio Proaño.

Efrén Patricio Proaño
Nació el 27 de marzo de 1953. Sus padres fueron don Wilson Proaño Pérez y doña Bertha María Proaño. Su padre, don Wilson Proaño, fue Presidente del Consejo Municipal de Cotacachi en el período de 1961-1962. Durante su administración se celebró el Centésimo Aniversario de la Fundación de la Ciudad y tuvo como ilustre invitado al Presidente de la República, Doctor José María Velasco Ibarra, quien atendió la Sesión Solemne de la Ciudad. 

Colegio Otavalo, año 68-69. De izquierda a derecha. Parados: Marcelo Vaca, Proaño (Cotacachi), Barrera (San Pablo), Marco Guerra (Infante de Marina), Edison Jaramillo.
Cuclillas: Fabián Haro, Eduardo Jácome, Washington Terán, Marcelo Cisneros, Patricio Proaño.
FOTO © Fabián Haro.

Patricio Proaño estudió en la Escuela José Martí y luego en el Colegio Nacional Otavalo. Se graduó de bachiller en 1970 y partió a Quito para estudiar Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Sin embargo, el ajetreado ritmo de vida de la capital le produjo mucha tensión y tomó la decisión de regresar a casa, a pesar del disgusto de sus padres. Estudió después tres semestres de lengua Quichua en la Universidad Católica, sede de Ibarra.

Su labor profesional en orden cronológico.
-1972  a 1974. El Padre Polibio Andrade le invitó a trabajar en el Colegio Vicente Solano, para que enseñe la materia de “Lengua y Literatura” que se convertiría en su especialidad con el paso de los años. 
-1974 a 1976. Trabajó en el Municipio de Otavalo los años como Pro-Secretario y Secretario del Concejo Municipal.
-1974, 1975, 1976, 1979, 2005, 2006. Secretario del Comité de Fiestas del Yamor.
-1976 a 1998.  Profesor de la Escuela Católica Ulpiano Pérez Quiñones.
-1978. Trabajó como Secretario de la Asociación de Servicios Turísticos de Otavalo “ASTO”.
-1979-1980.  Fue Secretario de la Cooperativa de Transportes “Otavalo”. 
-1981 hasta 1983. Fue Presidente de UNE de  Otavalo.
-1986 a 1990. Fue profesor de Castellano en el Colegio “San Luis”.
-1999 hasta 2013 Trabajó en Radio MAS 95.5, en un programa de opinión ciudadana. Tuvo una trayectoria breve por las radios Alborada y Satélite.
-2008 a 2010. Fue profesor de Lengua y Literatura en la Academia Carlos Machado.
-2010 a 2015. Enseñó Literatura en la Unidad Educativa Santa Juana de Chantal. En este colegio ha realizado Cursos de Razonamiento Verbal en los años 2011, -2012, 2013, 2014 y 2015. Además, realizó un Seminario de 10 horas sobre el uso del idioma en los años 2011 y 2012.
-2017. Curso de Nivelación ofrecido a los bachilleres en el área de dominio lingûístico. Universidad de Otavalo.
-2017 a 2018. Ofreció el Curso de Nivelación del SENECYT a los bachilleres que no pasaron la prueba Ser Bachiller.
-2018. Curso de Lenguaje  en la Escuela de Vigilancia Aduanera en Yahuarcocha a los aspirantes a ingresar en la institución.
-2014 hasta 2015 Tuvo la cátedra de Lectura Crítica en la Universidad de Otavalo, abierta para las distintas facultades de la Universidad. 
-2015 Fue Profesor de Geografía Urbana en la Escuela de Conducción del Sindicato de Choferes  de Otavalo.
-2015 hasta la actualidad, es Profesor de Geografía Urbana en la Escuela de Conducción  de la Universidad de Otavalo.
-2015 hasta la actualidad trabaja en Radio ARMONIA en el programa «Tertulias de la tarde» de lunes a viernes. Destacándose la programación de los días jueves, “Jueves de Recuerdo”.

Reconocimientos
-Abril 2005. UNE Cantonal de Otavalo.
-2012. Miembro de Honor de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Imbabura, Mención Actividad Académica.
-Abril 2011. Fondo de cesantía del Magisterio Ecuatoriano por la defensa de la libertad de expresión. 
-Octubre 2012. Reconocimiento “Otavalomanta” del Movimiento Acción Ciudadana. 
-Enero 2013. Una entrevista suya fue aireada por Sarance Visión, “Hablando D”.

Publicaciones
-Marzo 1985. Tratado sobre la conjugación de verbos regulares e irregulares. Reposa en la Ex-Dirección Provincial de Educación de Imbabura.
-2013. Prólogo al libro “La vida sigue…” de Raúl Pavón.
-2018 hasta 2020. Productor del programa Munay Tv, programa “Informalmente con…” .
-Ha colaborado con la Página Literaria de la Revista “Imbabura”, de la Casa de la Cultura, Núcleo de Imbabura.
-Ha sido escritor invitado para el periódico del Centenario del Club 24 de mayo, de Otavalo.
-Ha publicado, además, varios artículos en la Revista Testimonio.

Patricio Proaño en el centro. Sus amigos Mario Meza y Edgar Beltrán. Compañeros inseparables y amigos de siempre.
FOTO © Patricio Proaño.

Anécdotas

La Promoción 1970 Del Colegio Otavalo
A decir de mi gran amigo Marco Flores: “los de su promoción, Patricio, fueron unos personajes”. Lo que no quiso decir es “fueron unas bestias”. Lo del último calificativo, en el mejor sentido, como sinónimo de bulliciosos, traviesos, capaces de sacar de casillas y de despechar al más serio de los profesores. Ejemplos: 

El acordeón del señor Germán Proaño
«Marcelo Orozco, por pedido expreso de Don Germán Proaño Baroja, paciente y excelente maestro, fue el alumno encargado de llevar al aula el acordeón dejado en el curso que recibió la clase de Música la hora anterior. Pues bien, entra el “Seco” con el estuche dando visibles muestras de cansancio, todo él ‘curco y agachado’, seguramente por el peso excesivo del aparato, y literalmente lo arroja sobre el escritorio, ante el el enojo del Sr. Proaño, quien lo increpa en términos enérgicos. Don Germán abre el estuche y no encuentra nada!

Justo en ese instante, entra el “Negro” Gines, con la sonrisa de oreja a oreja, agarrado de la correa del acordeón haciéndole como yo–yo. Algunos compañeros le reconvinimos al Negro que cómo van a hacer semejante travesura. Su respuesta fue,

-¿Qué más quieren, pues, si vamos a perder una hora de clase? 

En efecto, Don Germán se pasó toda la hora arreglando el fuelle del acordeón». 

El sorteo de la tesis de los exámenes finales
«No sé ahora cómo sea, pero antes los exámenes escritos de grado eran temidos. Nos sorteaban con dos días de anticipación y las materias generales (Historia, Geografía, Literatura, Inglés, etc.), había que estudiar todo lo recibido desde cuarto curso, es decir el examen era acumulativo. 

La asignatura más larga era Literatura. Recuerdo que eran más de cuarenta tesis (bloque de preguntas), y cada una abarcaba muchos temas. La preocupación era general entre los compañeros, pues algunos ni siquiera tenían los cuadernos de los años anteriores. 

Pero ante grandes problemas grandes soluciones. Llegó el día del examen y todos los del curso esperamos en nuestros pupitres con aplomo el sorteo de la tesis. Sabíamos la que iba a salir. La única tesis, la que nos habíamos  puesto de acuerdo de antemano; era la más fácil y corta. La sabíamos de memoria. Si salía otra, todos a graduarnos en septiembre!

En efecto, 8:00 de la mañana, entra la señora Secretaria, doña Gladycita Bucheli, con el Inspector General y piden que un voluntario se acerque a escoger una ficha de entre las 40 que había en el sombrero que servía como garantía de la transparencia del sorteo. Este reposaba en la mano levantada del Señor Inspector, asegurando de esta manera que el estudiante no mire ninguna ficha. 

-Cartagena! Cartagena! 
-Vos tienes buena suerte! 
-Sacá vos!

Manuel, fingiendo molestia y con la mirada fulminante y sus manos hacia arriba, desafiante, nos dice: 

-Después no me culparán! 

Se acerca supuestamente nervioso (previamente ensayado), a sacar la ficha. Levanta su mano, regresa a ver a los compañeros con una mirada entre pícara, triste y resignada (por si acaso le sorprendan las autoridades). 

Coge la ficha, la mira, pega un salto al aire, y la lee, gritando con visibles muestras de alegría,

-la dos! 
-la dos! 

E inmediatamente, contra todo reglamento, porque su obligación era indicar la tesis sorteada a la señora Secretaria para que verifique, la vuelve a poner en el sombrero. De nada valieron las protestas de las autoridades. Todos nos lucimos en el examen».

Quieres trompearte?
«El  básquet ocupaba nuestros recreos. Qué partidos entre quinto y sexto! Los de quinto tenían el equipo base de la selección del colegio: Agustín Rodríguez, «Santuario» Donoso, Rommel Ruiz, Flaco Orozco, Miguel Valdospinos, entre otros. Los de sexto: Armando Jaramillo, Edgar Beltrán, Mario Meza, Remigio Proaño y Patricio Proaño, titulares inamovibles. 

En uno de esos partidos, en los que obviamente no faltaban los roces, se armó tremenda bronca y de pronto me vi perseguido por Agustín, que a grandes zancadas se acercaba a mi. 

Alcanzo a verle a Luis Gines, mi amigo del alma, y le grito con desesperación: 

-Querís trompiarte?. 
-Me pregunta, “con quién?”. 
Con mi dedo índice señalo hacia atrás al que me perseguía, y el Negrito me dice,
-Seguí nomás corriendo!»

Una pelea con Jesús Fichamba
«El Estadio Municipal, junto a nuestro querido Colegio Otavalo, servía, además, para acortar distancias entre el puente y el plantel. Uno de esos tantos días, por la tarde (antes se estudiaba en dos jornadas), los compañeros resolvimos ir por esa vía para llegar más pronto a la salida del Colegio República del Ecuador. El tiempo era oro y había que aprovecharlo pero nunca llegamos a nuestro destino…

La razón? en el estadio se encontraba quien después se convertiría en uno de los cantantes más cotizados del país, pero que en sus años mozos fuera boxeador, Jesús Fichamba. 

Estaba haciendo lo que en box llaman sparring (sombra), lanzaba sus golpes al aire y movía ágilmente su cabeza, simulando esquivar algunos jabs. En realidad estábamos pasando de largo, ignorando sus prácticas, pero inquirió si alguno de los compañeros quería calzar guantes, prometiendo que él solo se defendería y que no golpearía. 

Ante tal propuesta, todos a una sola voz dijimos: 

-Vos, Lema! 

Aguerrido como era, Jorge “pototo” Lema se calzó los guantes de boxeo. La pelea se desarrollaba con normalidad hasta cuando Jesús Fichamba golpeó dos veces en la cara al “pototo”. La técnica quedó  a un lado, Jorge, iracundo, se sacó los guantes y continuó la pelea a puñete y patada limpia. 

– Fichamba exclamó, “parece que se picó el señor!” Después llevó la peor parte.

La clase de Física
Hay preguntas y respuestas estudiantiles que se impregnan en el recuerdo. Son de concurso. Y ésta es una de ellas, digna de reconocimiento mundial.

Me parece que fue en quinto curso. La clase era de Ciencias Naturales, y el tema versaba sobre los estados del agua (sólido, líquido y gaseoso). Luego de la respectiva explicación vino la evaluación. El profesor era estricto y, de alguna manera, esa era una desventaja para los alumnos porque nos poníamos nerviosos, y en esas circunstancias la pregunta más fácil era difícil de responder.  

-A ver, Luna. Dijo el maestro.
-Tengo hielo en mis manos, y lo someto al calor. ¿El hielo se hace…?

El compañero no respondía. Entiendo que pensaba la respuesta correcta, pero la palabra “líquido” no le venía a su mente por más esfuerzos que hacía. Más bien, absolutamente bloqueado (eso pasa en circunstancias como ésta), su turbación era mayor cada minuto que pasaba. 

La cara del profesor cada vez más cerca del rostro de Luna, casi nariz con nariz. El profesor ligeramente inclinado hacia adelante y el alumno ligeramente inclinado hacia atrás. Le repitió la pregunta, ya fuera de sí, con tono más alto, y al borde de la locura: 

¿El hielo se hace…?  ¿El hielo se hace…?. 

Era una mezcla de pregunta y de indignación. La palabra “líquido” se esfumó definitivamente del léxico de tan querido compañero, que se convirtió en un manojo incontrolable de nervios. Imposible corregirle. A quien hubiera cometido tamaña imprudencia le hubiese costado caro. Así que solamente teníamos que esperar el descenlace, que luego de minutos interminables, llegó. 

¿Se hace…? ¿Se hace…?

-Luna alzó su mirada y viéndole a los ojos le contestó:

-se hace “chuya”, señor. 

 El paseo de fin de año
No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague. Mentira! Hasta hoy estoy esperando que se me cancele una deuda. Nada que ver! Y si hago cuentas, debe alcanzar algunos cientos de dólares con los intereses incluidos. Han transcurrido 51 años desde aquel hilarante y a la vez triste episodio: paseo de fin de estudios. Sexto curso. Mes de junio de 1970. Inolvidable.  

¿Destino? Manta. Protagonistas? Veinte y pico de forajidos. Unos más forajidos que otros.  

Después de un fantástico paso por Chone, llegamos a Bahía de Caráquez y luego a Manta. Los compañeros mayores, que supuestamente todo conocían y nada ignoraban (principalmente en asuntos de amores), con una suficiencia que demostraba su sabiduría, dispusieron que esa noche, tan esperada, ¡el motivo de ser del paseo!,  la visita lógica era a La Caleta, un sitio donde confluían estudiantes de varios colegios del país en procura de pasar unos lindos momentos de diversión, de baile, de encuentros.

Todos los compañeros, entre asustadizos y expectantes, ingresamos al salón de baile. Nuestros ojos se movían de un lado al otro en búsqueda de la pareja ideal. Había chicas de colegios de Ambato, Pelileo y Quito. Gran baile. Sonrisas, guiños, apretones de manos, miradas furtivas y todas esas cosas. 

De pronto ingresa un grupo de hombres y mujeres de Manta, que prácticamente se adueñaron de la pista, pues eran ni más ni menos los gallos en su gallinero. Empujado por mis compañeros, que me hacían barra, no sé ni cómo, de repente me vi bailando con una de las muchachas recién llegadas. Pasos van, pasos vienen, y siento en mi hombro unos golpecitos suaves que trataban de llamar mi atención: regreso a ver y era un moreno de al menos 1.80 cms. de estatura y unas 200 libras de peso. No éramos cotejas! 

Me dice,
-Préstame 20 sucres (que seguramente era todo mi capital). Y mi desconocida pareja, entre risueña y segura, me suelta,
-préstale nomás, éste sí paga! 
Y claro que le “presté”. 

Suspendido hasta Septiembre
«El sistema de notas o evaluaciones antes era muy estricto. Había que reunir 45 puntos al término del tercer trimestre para no quedarse suspenso. Realmente no era fácil, pues había que poner mucho empeño en el estudio para poder disfrutar de las vacaciones largas sin ninguna preocupación. Pero había muchísimos alumnos que no alcanzaban ese promedio mínimo de 15 en cada trimestre y, obviamente, se quedaban suspensos. Igual reglamento corría, como es lógico, para los de sexto curso, con un aditamento: si reunía ese puntaje, tenía derecho a presentarse a los exámenes escritos de grado, y si reprobaba en una o más materias, la suerte estaba echada: nos vemos en septiembre. 

Fue el caso de varios estudiantes supongo que de todas las promociones habidas y por haber. Y en la nuestra, entre otros, le tocó bailar con esta fea a Manuel Cartagena, un compañero querido, precisamente por su ingenio. Un estudiante ocurrido y que sabía salir de situaciones engorrosas con cierta agudeza. 

Cabe explicar que  inmediatamente de los exámenes escritos venían los grados orales; no mediaban sino 48 horas entre ellos, razón por la cual, los padres de familia ya preparaban la fiesta de grado de sus hijos con la debida antelación. Y ese fue el caso de Manuel, mientras rendía las tortuosas pruebas, él personalmente, sin esperar que su padre curse las debidas invitaciones a sus familiares (asegurándose de que su precioso hijo apruebe dichos exámenes), ya se había comunicado con sus parientes de Quito pidiéndoles que le acompañen en su grado oral y luego en la reunión familiar  para celebrar tan magno acontecimiento, la obtención de su título de bachiller. 

El asunto es que se quedó suspenso de grado! Cómo salir de tan grave situación, cuando las invitaciones estaban ya enviadas? 

Fácil: les envió un telegrama, cuyo texto, palabras más, palabras menos, decía lo siguiente: 

Grado oral un éxito.
Profesores piden repetición en septiembre.

Hasta aquí las anécdotas. Patricio hecha de menos al Otavalo de antaño. Recuerda al Otavalo  de su época joven como una ciudad pequeña donde los vecinos conocían los vaivenes de casi toda la gente. No había internet pero si mayor comunicación. Era una ciudad de labradores, artesanos y comerciantes. La gente se esmeraba por conocer la ciudad, dejaba las puertas abiertas y no había portones de acero en las casas. Saludar a las personas era de lo más común. Regresar chumado en la noche no suponía ningún peligro. Las circunstancias sociales cambiaron y como consecuencia muchos otavaleños emigraron al exterior. Igualmente, mucha gente inmigró a la ciudad y poco a poco se fue diluyendo ese carácter afable característico. Recuerda que el Rosario de la Aurora era un evento que reunía a muchas familias vecinas en la preparación: hacían las serpentinas, arreglaban los balcones con flores y todo adquiría un carácter sacro con los cantos religiosas de las señoras. Las Fiestas del Yamor en sí eran un concurso entre los barrios para ver cual barrio ofrecía la mejor orquesta. El partido de fútbol de la Selección de Otavalo contra el equipo invitado en las Fiestas del Yamor siempre creaba mucha expectativa. 

Los «Amigos del Café». En la Calle Roca, en «Sabor y Aroma» se reúnen infaltablemente los días miércoles a las 7:00 para el cafecito. De izquierda a derecha: Alfredo Vela, Rommel Rojas, Patricio Proaño, Vicente García, Marcelo Puente, Fernando López, Esbar Jiménez, Fausto Carrión, Franklin Villaba y Marco Flores.
FOTO © Patricio Proaño.

Locuaz, cautiva a la audiencia con su estilo para contar las cosas. Es autodidacta, sabe muchas cosas. Buen lector, disfruta de la literatura acompañado de un cigarrillo. Es amable pero franco en sus palabras. Es conocido como un querendón de Otavalo, como contador de anécdotas, como  motivador del amor a la tierra. Nos complace presentarlo como un carácter único fruto de la docencia y la radiodifusión. Aspiramos a que su legado continúe impulsando a la gente a mirar la Ciudad de Otavalo como la cobija de todos. Su voz y su mensaje es requerido en tiempos cambiantes y en tiempos inciertos.


Fuente: Proaño Proaño, Efrén Patricio. Comunicación personal, 18 de enero de 2021.