Las metáforas en las ciudades brotan de diversas vertientes. Historias. Añoranzas. Angustias. Miedos. Íconos. Geografías. Tradiciones. La ciudad es la suma de casas y edificaciones. De calles. Pero -también- de familias, religiones, mitos y cotidianidades. Es el punto de encuentros, de conversaciones múltiples, que nos conducen al recuerdo. De traer al presente realidades del pasado. Los imaginarios urbanos son realidades sociales que se construyen desde los actores urbanos. Los personajes populares constituyen propulsores que dinamizan la existencia de las sociedades urbanas.
En Otavalo -otrora- conventual pueblo, vivió Teresa Velasca, a quien se la llamaba cariñosamente La Perejila. Ella tenía un bar en la calle Roca, donde llegaban muchos indígenas con sus quejas. Ella acudía a los Juzgados, Comisarías, a proteger del trato injusto a los indios, de quienes -en su mayoría- era comadre. Así se fue internando en la práctica de leyes y leguleyadas. La Perejilafue una mujer dinámica, con gran carácter organizativo y mucho vigor y temperamento, especialmente para manejar grupos humanos. No hubo acto, mitín o protesta, especialmente indígena, que no contara con su figura y su iniciativa, en los reclamos ante las autoridades judiciales. Su presencia producía nerviosismo en los funcionarios judiciales, porque casi siempre tenía razón y porque la turbamulta presionaba por una sentencia justa. Con todo, este personaje femenino, que se ha extraviado de la memoria colectiva, fue sin duda una representación de la imaginería de la mujer otavaleña. De su visión de solidaridad. Y de la altivez de quien organiza, pelea y exige igualdad.
Enrique Garcés, dijo:
Inolvidable será para nuestra retina la fila larga de ponchos y rebozos que por la mitad de la calle real seguía a La Perejila. La capitana a la cabeza. Era una fila que encamaba libertad y justicia. Avanzaba por oficinas y juzgados, por despachos de abogados y comisarías, por todos los lugares, donde precisamente se burlan de la justicia y la libertad. La Perejila noble mestiza, juzgaba a los jueces, alguacilaba a los alguaciles, sofrenaba a los abogados, tinterillos, clérigos y rábulas.
Pero, además de su liderazgo en la causa de la justicia La Perejilatuvo otra cualidad, su amor por Otavalo. Así fue como en el período del 15 de enero de 1918, en el que Otavalo recibió los rieles del ferrocarril, trabajados por el cantón !barra, en Pinsaquí; y entregó al cantón Cayambe, en Cajas, el 9 de octubre de 1919; dirigió mingas que fueron la expresión más elocuente de su conciencia social.
Fuente: Valdospinos Rubio, Marcelo. “TIERRA NUESTRA, ancestral y diversa.” Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, Núcleo de Imbabura. Colección PICHAVI No. 7, Quito, marzo 2015, pp. 141-142.