Raúl Rosales

En torneos cortos con partidos de ida y vuelta, mantener la valla sin goles cuenta tanto como un gol anotado ante el rival. En la Premier League de Inglaterra, cuando el equipo de José Mourinho gana un partido de local, para el partido de vuelta suele planificar una estrategia defensiva que la prensa deportiva llama “parking the bus” (estacionar el bus) frente a la portería: un sistema defensivo en el que los jugadores se defienden metidos en su propio campo y limitan el espacio para los jugadores rivales. Generalmente son dos líneas de cuatro defensores frente al portero, un volante y un solo delantero.

Los técnicos rivales recurren a los jugadores habilidosos para abrir rendijas en esta muralla. Los volantes capaces de esquivar a un defensor y atraer la marca de otro para crear espacios son los convocados.  

En Ecuador, Polo Carrera, Ricardo “Bocha” Armendáriz y Alex Aguinaga poseen este tipo de habilidad. En Otavalo, hay un jugador que tiene características similares.  Sin haber registro audiovisual, recurrimos a su memoria y a los recuerdos de quienes lo conocieron para reconstruir la historia de

Raúl, el “guagua” Rosales.  

Raúl Rosales Tabango nació en Otavalo el 26 de noviembre de 1949. Sus padres fueron Don Manuel Rosales y Doña Rosita Tabango. Su niñez fue humilde y tuvo limitaciones en medio de una familia numerosa: fueron siete hermanos, de los cuales dos fallecieron tempranamente: Abraham y Berti. Apacible e introvertido, no acostumbra a dar entrevistas. Esta vez accedió a compartir un relato propio.

Es uno de los grandes jugadores de nuestro terruño,
jugador de mucha técnica.
Carlos Ayala.

Comenzó como arquero
Curiosamente, Raúl comenzó jugando de arquero en la Escuela Católica Ulpiano Pérez Quiñones. Explica que la influencia de su hermano Abraham fue decisiva para comenzar este deporte. Pero al pasar al colegio su dominio del balón lo destinaron a jugar en el medio campo.

En cuclillas, de izquierda a derecha: René M., Fabián Barragán, Wilson Velasco, Raúl Rosales y Hugo Villa.
FOTO © Raúl Rosales

Un mago con el balón.
Byron Rosero.

En el Colegio Otavalo un grupo de amigos jugaba bajo el nombre “Deportivo Santos”, el cual se cambió luego a “Atlético Otavalo”. Posteriormente adquirió el nombre “Atabalibas”, un nombre sugerido por el señor Fabián Barragán. “Los Atabalibas” era un grupo enfocado en la cultura, el arte, los problemas sociales, la actividad política y lo deportivo.  (Más información acerca de Los Atabalibas puede mirar en la reseña que hicimos al señor Rodrigo Orbe y que será publicada después). 

FOTO © Raúl Rosales

Gran armador.  Mediocampista inteligente, creativo.
Efrén Patricio Proaño.

El equipo de primera categoría tenía tanto talento individual que alguna vez 14 jugadores fueron convocados a la Selección de Otavalo y nueve de ellos fueron titulares. Los sobrantes jugaban en la segunda categoría. Pocos clubes podían darse el lujo de tener dos equipos. 

FOTO © Raúl Rosales

Es uno de los mejores mediocampistas de Imbabura,
muy inteligente y técnico para el fútbol.
Hubiese podido jugar en cualquier equipo profesional del país.
Pepe Espín.

El apodo
Nos cuenta que muchas personas no conocen su nombre pues antes de su apellido siempre usan el apodo por el cual es habitualmente llamado. 

Delante: izquierda, Rodrigo Orbe. Derecha, Hugo Villa.
Detrás: izquierda, Raúl Rosales. Derecha, Fabián Barragán.
FOTO © Rodrigo Orbe

Hay gente que atribuye su apodo a su cara risueña. Otros piensan que su sobrenombre se produjo porque debutó muy “guagua” en la Selección de Otavalo. Sin embargo, Rodrigo Orbe afirma ser testigo del momento y las circunstancias en que este apodo se originó. Recuerda que Hugo Villa y Raúl Rosales eran inseparables amigos desde la infancia y siempre solían estar juntos. Un día, mientras viajaban hacia el Carchi a disputar un partido amistoso, “por más señas, en la camioneta del señor de la leche, el señor Guarderas”; Hugo Villa estaba sentado como protegiendo a Raúl Rosales. Esa situación provocó la chispa humorosa del grupo que apodaron a Hugo Villa como “la mama” (sin tilde) y a Raúl Rosales como el “guagua”. Irónicamente, hoy tiene 71 años de edad, y aún la gente lo llama el señor “guagua” Rosales.

La Selección de Otavalo.
FOTO © Raúl Rosales

Es un deportista multifacético, de alto nivel,
se caracteriza por ser un jugador mágico con la pelota,
la visión de conjunto en el juego.
Hoy difícilmente se puede encontrar un jugador
de sus kilates.
Rodrigo Orbe.

De adolescente Raúl jugó en el “Atlético Otavalo” y su hermano Abraham en el equipo “Millonarios”. Ambos equipos tenían la camiseta negra, pero el Atlético acostumbraba el cuello y los puños de color blanco para diferenciarse entre sí. En verano el calor seco de Otavalo elevaba la temperatura con el color de las camisetas. “Era insoportable”, nos dice.

Buen jugador, gambeteador, rápido, dominio del balón, goleador.
Raúl Morales.

Eran invitados a jugar en otras parroquias, luego en otras ciudades y en la primera salida “al exterior”, a San Gabriel (Provincia del Carchi) su nombre se perdió definitivamente pues ya regresó bautizado con apodo propio. 

FOTO © Raúl Rosales

Técnico. Visión de fútbol ofensivo y hábil para el manejo del balón.
Líder dentro del campo de juego.
Jorge Martínez.

Este equipo fue la base para el nacimiento del equipo de fútbol de “Los Atabalibas”. Algunos de los nombres que recuerda son: Viñachi, Zambrano, Orbe, Velasco, Echeverría, Villa, Jaramillo, Méndez, Avilés (nos confía que a sus 71 años su memoria tiene problemas técnicos. “Frágil”, dice él). 

Un excelente jugador. Era el rey de las tijeras y chilenas.
Patricio Zambrano.

No olvida a sus compañeros ya fallecidos, René Montalvo, Wilson Velasco, Luis Echeverría, Washington Méndez, N. Rojas, el Bermejo Jaramillo, Wilman Reinoso, V. Barahona.

El jugador más hábil y armador que ha tenido el futbol de Otavalo.
Oswaldo Paredes.

Los equipos que había entonces eran Shyris, Deportivo Quito, Celtas, Maracaná, Peñarol, Inti Raymi, Solterones, San Sebastián, Unión de Ilumán.

FOTO © Raúl Rosales

No pone fechas ni números pero son innumerables los campeonatos obtenidos con “Los Atabalibas”. Ellos mantuvieron una dinastía exitosa por la enorme calidad ganadora. Dentro de ese equipo destacaba Raúl, como el motor desde el mediocampo.

Es uno de los mejores jugadores de Otavalo.
Para mí, comparable con Polo Carrera.
Juan  Espín.

Su aparecimiento en el fútbol coincide con la etapa donde jugadores brillantes que los antecedieron estaban por terminar su carrera deportiva: Negro Borja, José “De la leche” Morales, El “Canoso” Alfonso Orbe, el “Arriero” Paredes, “El Chicho” Paredes y algunos más.

Capacidad extraordinaria del reparto de la pelota
y definición en la malla del adversario.
Raúl  Chávez.

En el colegio participó en los campeonatos inter-colegiales a nivel cantonal y provincial. Era la nueva generación de la ciudad y la hinchada otavaleña siempre los acompañaba, especialmente si jugaban en Ibarra.

Un jugador habilidoso, esa generación tenía mucho talento. 
Eduardo Alianza.

Su profesor de inglés, el Licenciado Aníbal Bonilla, llevó a algunos jugadores del colegio a entrenarse con la selección de Otavalo: Alfredo Avilés, Alfonso Orbe,  Rodrigo Orbe, Marcelo Orbe, Aníbal Paredes, El gordo Lema, Guerra, Díaz, Gustavo Pareja, “Katio” Mendez (seleccionado del Ecuador), Wilson Velasco (un jugador estupendo que falleció en Venezuela). Constituían la sangre nueva, pronto se ganaron el puesto y ya nadie les disputaría la titularidad en la Selección.

Jugador de excelente técnica. Cerebral, un 10 completo.
Marcelino Vargas.

FOTO © Raúl Rosales

Durantes sus estudios en la Universidad Central se probó en el equipo América de Quito. Fue incluído en la nómina oficial, pero no llegó a disputar partidos en el Campeonato Nacional de Fútbol porque la Universidad Central fue clausurada. Este equipo poseía jugadores de la talla de Pibe Bolaños, Maestro Raymondi, Patricio Echeverría, Ataúlfo Valencia, Servando Lasso, Migdonio Aguirre.

América de Quito. FOTO © 1970 Jorge Novillo.

Tuvo la oportunidad de jugar contra equipos profesionales en las fiestas del Yamor. Algunos de los equipos rivales fueron Universidad de Portoviejo, Liga de Quito, Nacional, Deportivo Quito, Universidad Católica, Politécnico,  Magallanes de Chile. Sin embargo, rememora los partidos tradicionales contra la poderosa Selección de Ibarra. Esos clásicos se los disputaba tenazmente en la cancha y fieramente en los graderíos. Las broncas eran tan frecuentes como sangrientas. 

Una persona inteligente,  responsable y habilidosa.
Se entendía con sus compañeros, muy ágil con la pelota.
Gerson Erazo.

Le preguntamos dónde jugaba fútbol de adolescente. Nos dice que en el Estadio Municipal. Añora este escenario de tierra y las pichurcas que eran aptas para este terreno. Añora el estadio lleno aunque no había graderíos ni tribuna, recuerda con nostalgia las caídas en la cancha que dejaban marcadas las rodillas para toda la vida. El cambio al nuevo estadio le supuso un malestar  profundo por un par de razones: la lejanía que impide llevar muchos hinchas y, el equipo “Otavalo” no tiene una base de jugadores locales. 

FOTO © Raúl Rosales

Un gran jugador de fútbol.
Luis Chalán Endara.

Jugó también en la Selección de Imbabura por muchos años. En lo que hubiese sido su mayor logro, reforzó al Club San Sebastián para defender el título de campeones nacionales. Con ciertas asperezas, avanzó a las semifinales: disputó el partido de ida en Riobamba contra el ESPOCH y obtuvieron un empate 1-1. El partido de vuelta que definiría el pase a las finales se lo realizó en Cotacachi y a pesar del incesante batallar, se obtuvo otro empate 2-2, lo que significó el fin de la racha ganadora. Eventualmente, el club Borussia de la Ciudad de Loja se coronaría como el Campeón Nacional Amateur.

FOTO © Raúl Rosales

Hábil, de un regate muy cerrado, técnico en la conducción.
Posición exacta para recibir el balón, entrega precisa del pase,
inteligencia en las jugadas.
Stiwar Jaramillo.

Recuerda en especial un partido reforzando a un equipo de Atuntaqui que jugó contra el equipo titular de LDU. Ganaron en un partido tan emocionante que la gente los sacó en hombros al final del partido.

Fue un excelente futbolista de medio campo.
Pablo Flores.

Sus hermanos
Le preguntamos en son de broma si alguna vez le había convertido un gol  a su hermano Manuel, el arquero. “Uh, innumerables veces”, nos respondió. En entrenamientos y en partidos oficiales. Pero dice que nunca le anotó un autogol, ni de chiripa.

Luego recuerda siempre a Abraham, su hermano mayor, a quien lo vio jugar y se inspiró en él para competir. Lo recuerda como un centro delantero formidable que hacía goles de toda clase, con la cabeza, con piruetas o con sus disparos potentes. Lamentablemente, Abraham falleció muy joven.

¿En una línea?… Es el mejor jugador que ha tenido Otavalo en ese puesto.
Juan F. Ruales.

Continuó jugando en la categoría veteranos pero una falta de un jugador rival le ocasionó la ruptura del intestino y decidió dar por terminada su carrera futbolística. E incursionar en el billar de tres bandas. Si antes la familia le extrañaba los fines de semana, ahora le extrañaba las noches de los días laborables. 

Tres otavaleños: Daniel Suárez Benítez, Carlos Sandoval y Raúl Rosales.
FOTO © Raúl Rosales
La prueba que ganó al Campeón Nacional de Billar.
Foto © Raúl Rosales
FOTO © Raúl Rosales

A más de ser un buen futbolista también es un gran billarista.
Alfonso Cabascango.

Su destreza le permitió ascender rápidamente en Otavalo. Representó primero al cantón, luego fue escogido para representar a la Provincia de Imbabura. Ganó muchos torneos y participó en  torneos nacionales en Quito, Cuenca, Guayaqui, Portoviejo e Ibarra. Ha jugado en más de 20 torneos nacionales representando a la Provincia. Recuerda una partida en particular cuando ganó una partida al campeón nacional, Manuel Lindao por un marcador 25-20. El mérito radica en que Raúl participó en este torneo después de haber estado al borde de la muerte y pasar en terapia intensiva por 50 días.

FOTO © Raúl Rosales

Sexto puesto a nivel nacional
En el año 2020 obtuvo un record de una bolada de 9 carambolas consecutivas, igualando al manabita Luis Aveiga. Llegó a ocupar el puesto sexto a nivel nacional. En la actualidad ha cedido el paso a la nueva camada de billaristas, de modo que ahora es un aficionado más del fútbol, el billar, el ajedrez y sus nietos.

FOTO © Raúl Rosales

Está casado con doña Nancy Esmeralda Narváez desde hace 47 años. El matrimonio ha procreado tres hijas, tiene cinco nietos. El tiene cientos de admiradores. Miles de jugadas imborrables.

FOTO © Raúl Rosales

Esta reseña la escribió Raúl. Nosotros agregamos las respuesta a una encuesta que hicimos. Ellas coinciden en haber visto a un jugador único, de los que nacen rara vez en una generación. Son atesorados los regates que hacía esperando el mágico momento en que espacio, balón y delantero se acoplen para hacer el pase inesperado. El creaba los espacios inexistentes. El intuía el movimiento del delantero. El ponía el balón en ese lugar inventado. El puesto de Raúl está en la memoria permanente de la ciudad  que lo vio nacer y disfrutar del deporte.


Fuente: Rosales, Raúl. Comunicación personal. 15 de agosto de 2020.