De visita por esa hermosa provincia de Imbabura, llamada “la Provincia de los Lagos, es conocer el encanto de nuestra patria, darnos cuenta de la armonía con que vistió la naturaleza a este pequeño y amado país. Ibarra, su capital, ciudad blanca con su emblemática Yahuarcocha puede ser aún más hermosa sabiéndola administrar. El trajinar por esos lugares andinos es pisar la belleza de la tierra, es sentir el equilibrio de sus culturas en beneficio propio.
Tal parece que su identidad histórica se ha convertido en un ideal común y su anhelo de progreso deja de ser ilusorio y la mujer indígena adquiere su propia iniciativa. Pueblos hermosos para muchos, tal vez desconocidos como lo es Atuntaqui con sus calles ordenadas, bulliciosas, llenas de vistosos almacenes con grandes escaparates que hablan de una floreciente industria de la moda. No en vano se encuentra allí como parte de nuestra historia la primera fábrica textil del Ecuador “Imbabura” convertida hoy en un museo.
Unos kilómetros más allá por una carretera llena de verdor y paisaje con haciendas ancestrales muchas de ellas convertidas en tradicionales posadas o restaurantes llegamos a Cotacachi, de belleza singular, atractiva, en especial para el extranjero. Sus faroles callejeros, vereditas adornadas con jardines hacen un sueño a la vista del caminante, el adoquín que reviste su calzada, artístico, distribuido armoniosamente le da un toque único. El cuero es su principal empresa, diseños propios de sus fabricantes gente con ideas creativas, restaurantes típicos y modernos con variada comida al gusto del visitante.
Un poco más allá llegamos a Cuichocha, laguna misteriosa con su islote dividido por una canal de totoras y por el cual nos podemos dar un paseo en barca de los más emocionante.
Otavalo, pueblo de callecitas solariegas, adornado con sus construcciones coloniales que se han mantenido con el tiempo, laborioso en sus artesanías. De vecino está el lago San Pablo, majestuoso. Una lancha invita a pasear por sus frías aguas. ¡Qué bonito es visitarlo! Zuleta y la hacienda centenaria de Galo Plaza, tienta a degustar de sus quesos. San Antonio, admirable por el arte de sus hijos, escultores únicos de nobles destrezas dejan impresas sus obras en la piedra en la madera, bronce y alabastro en donde el admirador del arte puede pasar horas y horas admirando esculturas perfectas. Regresando a Ibarra cogemos el tren que nos llevará a Salinas, pueblito del Chota en donde al visitante lo reciben lindas negras de cimbreante cadera al son de la bomba. Carpuela, con su canción sabor a leyenda, Ambuqui, incrustado en nuestros andes.
Fuente: Piedra, Sonia Salamea. “Pueblos norteños”. eltiempo.com.ec. 28 de mayo de 2019. Web. 14 de julio de 2019.