Un artículo escogido para la Revista Sarance en 1994. Aún tiene validez.
La belleza incomparable de nuestra “Allpa Mama”, unida a la amabilidad de su gente y a la querencia que sentimos todos por el “Solar Nativo” hace que, poetas, cantores, pintores y escritores expresen cada uno a su manera su mensaje de amor a Otavalo.
Las características únicas de su entorno geográfico, las heroicas hazañas de nuestros antepasados y el trabajo tesonero de sus hijos en el devenir de los tiempos, han sido los motivos centrales para que esta tierra tenga, tantos calificativos como: “En lo alto Grande Laguna”, “Otavalo cobija de todos”, “Sarance”, “Valle del Amanecer”.
Sin restar importancia a ninguno de los adjetivos mencionados, para mi manera de pensar el más significativo es “Valle del Amanecer’’; quien lo haya dado este singular nombre, debió haberse inspirado en sus legendarias colinas que cual centinelas están custodiando mi valle como son: Imbabuela, Punyaro, Santiaguillo, Quichinche, San Juan, Cotama, San Vicente, Reyloma con el mítico Lechero y Taita Imbabura, que cada noche vela tu sueño de princesa, o se inspiró en tus cielos crepusculares teñidos de bronce y violeta al caer de la tarde, o en tus bellos paisajes bañados de sol que dora los maizales y hace madurar los frutos que cosechamos en el solsticio de verano, para germinar la jora que nos dará el yamor.
O en tus noches estrelladas, cuando la Luna se alinda utilizando como espejos nuestras hermosas lagunas. Se inspiró sin duda en tus límpidos amaneceres que ahuyentan las sombras de la noche y llenan el alma de esperanzas al nacer de cada día porque aquí, en honor a la verdad, el sol se despierta más temprano, acariciado por la brisa que viene de lontananza e interrumpido por el rechinar de arados, telares y cantares del indio que madruga a sus faenas.
Con razón Aníbal Buitrón, un hijo tuyo, tituló a su libro “Valle del Amanecer’’, obra en la cual hace una apología de la vida y cultura indígena, que comienza con una reseña histórica y destaca la transformación del indio que en tiempos pasados se arraigaba a su tierra que le daba su sustento.
Hoy su economía y progreso radica en la artesanía, industria y comercio; si bien es cierto que la cultura textil se remonta a los primeros años de la Historia, adelanta con la invasión Inca, prospera con la conquista y coloniaje de España y se tecnifica en nuestra época a tal punto que las artesanías otavaleñas han cruzado las fronteras Patrias, surcan los cielos y los mares del mundo, porque el indígena otavaleño hoy es el conquistador infatigable que viaja ofreciendo su artesanía y su música en todas las latitudes; en la actualidad no hay lugar en el mundo donde no se encuentre un indio otavaleño y gracias a él el Ecuador y Otavalo son valorados en toda la faz de la Tierra.
Como conclusión de todo lo expresado, agradezco a Dios por habernos regalado este rincón Im- babureño que es un pedazo de cielo, enclavado en el Altiplano Andino y que la opresión vivida por nuestros ancestros ha sido la tierra fértil que siembra tras siembra ha ido dando nuevos frutos gracias a la constancia y trabajo de sus hijos que aspirando con días mejores, desafiaron la pobreza, vencieron todos los obstáculos y han escrito con sus propias manos una nueva historia que podría titularse: De la esclavitud a la libertad, de la penumbra a la luz.
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Fuente: Lema, Alexandra. ¿Por qué a Otavalo se le llama “Valle del Amanecer”? Revista Sarance, No. 20, octubre de 1994, p. 191.