La visita a Ecuador, el país de las mil caras, de ciudades históricas y pueblos cargados de tradición, lagos, volcanes, bosques milenarios y gente buena, tiene un muy buen punto de partida: Quito. Esta capital se encuentra en medio de siete volcanes, gigantes cenizos que custodian los límites de una ciudad que fue proclamada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1978. Su centro histórico es también un gran centro religioso. En 300 hectáreas se levantan 120 templos que hablan de la fe de los quiteños. Por eso, antes de partir, no puede faltar una visita a la plaza de San Francisco, que data de 1535, y que sorprende con sus altares bañados en pan oro. Vale la pena hacer una parada en la basílica del Voto Nacional, construida en 1873 y joya arquitectónica de estilo neogótico. Hay que subir sus 330 escalones para contemplarla en todo su esplendor.
En la primera salida tome rumbo muy temprano hacia el monumento de la Virgen del Panecillo o Virgen de Quito. Es una gigantesca virgen de 44 metros de altura, construida con 7.000 piezas de metal traídas desde México en 1924 y ubicada en el Cerro del Panecillo.
Desde allí se disfruta de una vista privilegiada del centro histórico de la capital ecuatoriana, de las montañas que lo rodean. Al fondo, hacia el sur, el volcán Cotopaxi se asoma entre las nubes.
La segunda ruta, debe ir rumbo al cráter del Pululahua, un volcán extinto hace más de 2.000 años, ubicado a 40 minutos de Quito. El almuerzo es en un restaurante llamado El Cráter, que también es hotel. La comida típica ecuatoriana, y la vista, son el mejor complemento.
De allí debe partir al museo Intiñan, donde queda la verdadera mitad del mundo. La entrada cuesta cuatro dólares y entre los atractivos están el Museo Etnográfico de la Mitad del Mundo y un experimento que llama la atención de los turistas: en la línea exacta que divide el planeta, en la latitud 0,0,0, la invitación es a poner un huevo en la cabeza de una puntilla. Suena difícil, pero es una sencilla realidad en este punto. A 200 metros del museo se levanta un monumento de diez metros de altura, coronado con un globo terráqueo señalando cada punto cardinal, da la bienvenida.
Desde Quito se emprende un viaje por tierra de dos horas, acompañado del paisaje montañoso y escoltados por tres volcanes: Taita Cayambe, Taita Imbabura y Mama Cotacachi. La ruta va rumbo a Otavalo, donde se realiza la feria artesanal de textiles más importante del país. Con sus tejidos y tradiciones, es el punto de partida del Tren de la Libertad, un recorrido infaltable en el itinerario ecuatoriano.
En esta ruta conviene detenerse en la fábrica textil de Imbabura, construida en 1924 y que ahora funciona como museo didáctico. La siguiente parada incluye almuerzo en el hotel Imperio del Sol; mientras se observa una imponente vista de la laguna Yahuarcocha. Para conocer más de la región, vale la pena dar unos pasos por San Antonio de Ibarra, conocida como la ‘ciudad de los artistas’. Allí está el taller de la familia García, heredera de la técnica de la escuela Quiteña y experta en la elaboración de esculturas religiosas de madera.
Desde Ibarra el siguiente destino es la reserva ecológica El Ángel. Son cerca de tres horas de viaje por tierra para llegar a este páramo, que recibe a los viajeros con cuatro grados de temperatura en el Polylepis Lodge, un hotel en medio de la naturaleza. El primer plan es una caminata nocturna, con antorchas que iluminan el bosque milenario de Polylepis.
A las 7:00 de la mañana, es la hora ideal para ponerse las botas pantaneras y adentrarse de nuevo en el bosque Polylepis, cuyo nombre le rinde tributo a un árbol centenario que caracteriza las 60 hectáreas de la reserva. Son tres horas de caminata a través de un lugar que parece sacado de un cuento de hadas.
De la ciudad de Cotacachi se parte hacia a la reserva Cotacachi–Cayapas. El ingreso a este santuario de naturaleza es gratuito y el atractivo principal es la laguna de Cuicocha, en el cráter del volcán Cotacachi; es un espejo de agua formado gracias al deshielo que antaño dejó el volcán, cuando estuvo activo hace más de 3.000 años. Es un lugar donde se puede practicar senderismo y dar paseos en bote en la laguna. Cerca queda el santuario de la virgen del Quinche, en la provincia Pichincha, patrona de los conductores. Allí estuvo el papa Francisco en su visita a Ecuador, en julio del 2015.
De allí salimos se va rumbo al pueblo de Papallacta, en la base del volcán Antisana, que acompaña el camino con sus nieves perpetuas. Son dos horas desde el Quinche atravesando los paisajes montañosos y bosques nublados. La parada es en la laguna con el mismo nombre.
Esta aventura no puede terminar mejor. Es hora de entregarse al descanso total en las termales de Papallacta, un spa al aire libre, con aguas a las que se les atribuyen facultades medicinales, rodeadas de cabañas y de bosques ideales para perderse a lomo de caballo o paso a paso.
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Fuente: García, David. “Ecuador: viaje al corazón del mundo”. Diario El Tiempo, 24 de febrero de 2016. eltiempo.com. Consultado el 8 de abril de 2017.