Julio Aníbal Cisneros nació en Otavalo, “Valle del amanecer”, el 12 de julio de 1923. Fue hijo de don Carlos Manuel Cisneros y de doña Elena Simba. Como excelente estudiante, terminó la primaria en la escuelita “Diez de Agosto” y aprobó hasta tercer curso en el colegio “Fray Vicente Solano”, que quedaba en la calle Roca y Quito, donde hoy funciona el restaurant “El Farol”.
De niño y joven le gustaba participar en las carreras de coches, especialmente en las competencias de Otavalo y San Roque. Un día, justamente en San Roque, por libar con sus amigos antes de la competencia, le robaron el coche que finalmente fue el ganador. En ese momento, no sabía si reclamar el coche tan preciado y construido por don Pedrito Pareja o arrancharle el trofeo al piloto ganador.
Más tarde se alistó en el cuartel de Loja y con sus compañeros jugó fútbol, ecuavoley y pelota de mano. Justo en este último deporte, el de pelota de mano, quedaron campeones nacionales.
Jugó fútbol en la antigua plaza 24 de Mayo, cuando esta era de tierra. Así, integró el equipo de los “Zapateros”, en el tiempo en que trabajaba en la zapatería del señor Arellano y formó parte de varios equipos que eran casi invencibles. Sus compañeros fueron: Miguicho Guarderas, Germán Guarderas, Eduardo Carrillo, Oswaldo Tabango y José “De la leche” Morales.
Pasó cuatro años en la vida militar, donde empezó su afición por el tango, convirtiéndose en un artista muy popular.
En sus idas y venidas del cuartel a Otavalo conoció a doña Cecilia Toapanta, a quien le conquistó con serenos hasta hacerle su amada esposa. Ya casado, en una noche de serenata, cantándole a su cuñada Victoria Toapanta por el día de las Marías, su mismo padre que era jefe político del cantón de ese entonces, le metió preso a él y a todos sus amigos por alterar el orden. En la celda cantaba el tango de Carlos Gardel:
𝑆𝑖𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑛𝑜𝑐ℎ𝑒 𝑦𝑎 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑙𝑚𝑎 𝑒𝑙 𝑚𝑢𝑠𝑐𝑢𝑙𝑜 𝑑𝑢𝑒𝑟𝑚𝑒 𝑙𝑎 𝑎𝑚𝑏𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒𝑠𝑐𝑎𝑛𝑠𝑎…
Un tiempo trabajó como ayudante del santero Gualsaquí, del barrio Punyaro, con quien pintaron alegorías veteadas en las paredes, columnas y el salón del Municipio de Otavalo que se mantienen intactas hasta la actualidad.
Fue aficionado seguidor de los argentinos Carlos Gardel y Hugo del Carril, y del ecuatoriano Julio Jaramillo. Cierto día envió casetes grabados de tangos a las emisoras “Caracol”, en Bogotá y “Cúcuta de Santander”, quienes al escuchar su magnífica interpretación tanguera le invitaron a participar en festivales del vecino país donde idolatraban a Gardel y a Julio Jaramillo. Fue triunfador por dos años consecutivos y en ese entorno artístico de gente colombiana y argentina empezaron a llamarle “Coleno”, término gaucho de Argentina que significa “colega” y que también adoptaron los círculos otavaleños, en donde empezaron a llamarle “Coleno” y “Carlos Gardel Cisneros”.
Actuó en diferentes ciudades del país. En Quito, por intervención del Dr. Galo Defaz, se presentó en el Coliseo Julio César Hidalgo y en Otavalo, en el Teatro Bolívar, Colegio Jacinto Collahuazo, Teatro Gabriela Mistral y en las Bodas de Oro de Radio Otavalo. Fue artista preferido de la parroquia San José de Minas.
Cantó con el boliviano Wily Coronel y con Segundo Plazas. Entre sus amigos estaban: “El Chaparro” Tabango, “El King Kong” Joaquín Paz (apodado también como “Doctor”), don Coba de foto estudio Manga del parque Bolívar y don Salas confitero del mismo parque.
Le gustaba andar con un tocadiscos portátil marca Jvc. Nivico, especialmente en las noches de bohemia, serenata y chupe, en las que casi siempre “marchaba” una guitarra.
Otavalo ha dado el único y mejor intérprete de tangos: “Carlos Gardel Cisneros”, que deleitó de manera extraordinaria a su público, familia y amigos. Vivió con pasión, hasta el último minuto de su vida, en el tiempo de los renombrados “Portales”. En 1983 se apagó la voz de tango del otavaleño-argentino.
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Fuente: Vásquez, Patricio. “Anécdotas, sobrenombres y biografías de nuestra tierra Otavalo”, volumen 2. 29 de septiembre de 2023. Foto © Guillermo Cisneros.