PACHACAMAC. Así se tituló el disco long play que dio fama a Beto Méndez, desde 1968, y que sacudió a todo un continente, por su llamado a la conciencia social y por constituir una voz de protesta contra la histórica opresión de la que fueron objeto los indios, a través de poemas como Boletín y elegía de las mitas, de César Dávila Andrade.
Los años han pasado. Sentado en un amplio sofá de su domicilio, ubicado en algún lugar de Sangolquí, Beto Cárdenas Méndez aún recuerda los gratos momentos que vivió cuando su poesía llegó a los oídos de millones de personas en Latinoamérica y el viejo mundo, con declamaciones que hicieron estremecer a los herederos de los españoles y elevar un grito de protesta al pueblo indígena, motivado por sus mensajes de reivindicación social. Con la jovialidad y elocuencia propias de un poeta, recuerda que su mensaje casi le cuesta la vida, cuando la dictadura militar de los años 70, del siglo anterior, le amenazó de muerte al escuchar una de sus creaciones; en ella cuestionó el caudillismo latinoamericano y defendió la memoria de los miles de ciudadanos que murieron bajo el yugo de ese mandato. La iglesia también lo cuestionó, cuando en una de sus grabaciones declamó “El Evangelio” y criticó las incoherencias que históricamente cometió la religión en nombre de Dios.
El testimonio de su poesía está en los 68 discos que grabó durante sus 45 años de vida artística y en las miles de presentaciones que realizó en diferentes escenarios. Una de ellas, y que la recuerda con añoranza, fue la que hizo en el Teatro Nacional Sucre, de la ciudad de Quito, en 1971, ante la mirada de una numerosa concurrencia que copó todos los espacios del escenario. Fue una pieza de teatro que se llamaba El Cristo de nuestras angustias.
Beto está convencido que su pasión y espíritu poético los heredó de su madre. “Tengo alma de poeta desde que estaba en el vientre de mi madre; ella era una poetiza doméstica, porque además de los quehaceres de la casa le gustaba escribir versos”. De hecho, reconoce que la memoria de doña Luz María Méndez le motivó a adoptar el apellido de su progenitora para su nombre artístico: Beto Méndez.
Mientras hace referencia a los dotes creativos de su madre, recuerda sus años de infancia. “Nací el 31 de diciembre de 1940 en la parroquia San Pablo del Lago, cantón Otavalo. Mis padres fueron Luis Alberto Cárdenas y Luz María Méndez. Me quedé huérfano desde muy pequeño, cuando tenía unos cinco o seis años. Fui adoptado por la familia Rodríguez, mexicana, y me crié en ese país hasta cuando tenía 22 años de edad.”
“Cuando iba a visitarle a mi abuelo en San Pablo me obsequiaba la máchica traposa a cada rato, eso me encantaba”.
Amo mucho mis raíces, a mi gente, a San Pablo y con orgullo lo he dicho siempre. Yo no soy de aquellos paisanos que cuando ya están viviendo en la ciudad o en otra parte y les preguntan de dónde son responden yo soy de tal parte, pero ya vivo tanto tiempo aquí. En cambio yo digo tajantemente soy de San Pablo del Lago, de la tierra más bella del mundo.
En la nación azteca, Beto cursó sus estudios primarios, secundarios y superiores, en la Universidad Autónoma, donde obtuvo el título de licenciado en sociología. También se preparó como monologuista, actor y declamador, en la Academia de Arte Dramático de Andrés Soler. En ese país grabó su primer disco, denominado “Beto Méndez Internacional”, en 1965.
Regresó al Ecuador en 1967. En 1968, en Guayaquil, grabó el disco Pachacamac, en cuya portada aparece su imagen emergiendo del lago San Pablo, en homenaje a su tierra natal. El alto contenido crítico de los poemas, algunos de su inspiración y otros de diferentes autores, le generó la censura de la dictadura militar en 1972, con lo cual se vio obligado a retornar a su segunda Patria, México, y recorrer otros países como Panamá, Nicaragua y España, para presentar su propuesta artística.
Pero el alto apego a su país lo motivó a retornar nuevamente en 1985. Desde entonces se radicó en la ciudad de Quito y luego en Sangolquí, donde todavía crea poemas y los plasma en materiales discográficos, aunque ya no realiza presentaciones en público.Tuve problemas con los gobiernos y personalidades religiosas que se sintieron preocupadas por el mensaje de mi obra. Fui el creador de la poesía de protesta para el mundo de habla hispana. Soy la primera voz que se alzó para decirle al hombre oprimido y humillado que se levante, que luche y cumpla con su destino, comenta, mientras fuma un cigarrillo.
La poesía de Beto Méndez sirvió de inspiración a muchos declamadores del país, especialmente a fines de la década de los 60 y en los años 70. Sus declamaciones son consideradas un incentivo para las reivindicaciones sociales del pueblo indígena del Ecuador. Sus estudios de sociología le permitieron conocer de cerca la realidad latinoamericana y plasmarla en declamaciones grabadas.
Fuente: La Hora. “Beto Méndez sacudió a Latinoamérica con su poesía”. lahora.com.ec, 8 de mayo de 2007. Web. 25 de junio de 2016.