Cursos de Kichwa

El Municipio de Otavalo, a través de su dirección de gestión de desarrollo social, educación y cultura; inauguró cursos de formación sobre la revitalización del idioma, historia, cultura y cosmovisión del Pueblo Kichwa Otavalo. Estos talleres que contaron con gran acogida por parte de la ciudadanía, estarán en actividad durante 10 semanas.

“Comentarles que hemos tenido una alta demanda de ciudadanos para participar de estos cursos. Hemos inaugurado los niveles básicos e intermedios. En su primera etapa estos talleres estarán habilitados hasta finales de septiembre”, informó Ricardo Meneses, analista de cultura del GAD Municipal de Otavalo.

Como ya lo expuso el funcionario municipal, al momento, los estudiantes inscritos cursan los niveles básicos e intermedios. No obstante, cuando terminen su capacitación, se implementará el curso avanzado, para que los mismos participantes continúen con su preparación académica, referente al idioma kichwa principalmente.

“En el mes de octubre, una vez que se termine con esta primera etapa, vamos a iniciar nuevamente con una segunda etapa, con los mismos integrantes y quienes deseen sumarse para un nivel más avanzado”, agregó Meneses.

Vale destacar que estos talleres son dirigidos para toda la ciudadanía en general, no sólo para kichwa hablantes. Al respecto de ello, el analista de cultura de la municipalidad, dijo que la intención del cabildo es que toda la población otavaleña forme parte de estos procesos, tomando en cuenta que el cantón es considerado como la capital intercultural del país.

Los cursos se desarrollan por 2 horas diarias, dos días a la semana. En la primera se dicta todo lo referente al idioma kichwa, mientras que en la segunda se tratan temas vinculados a la cultura, cosmovisión e historia del Pueblo Kichwa Otavalo.

A decir de Meneses, estos aspectos promueven la interculturalidad en el cantón, lugar en donde conviven los pueblos afroecuatoriano, índígena y mestizo.

Por el alta demanda de participantes, la organización abrió 4 paralelos, 2 para el nivel básico y 2 para el intermedio, mismos que se desarrollan en la Unidad Educativa Valle del Amanecer.

En cuanto a la aprobación de los cursos, los estudiantes deberán hacerlo con el 80% mínimo de asistencia, además deberán superar con éxito cada una de las evaluaciones que se tomen. Al final recibirán el correspondiente certificado avalado por el GAD Otavalo.

125 personas se inscribieron en primera instancia en los talleres, sin embargo, varias más no alcanzaron a hacerlo, motivo por el cual, el municipio habilitará un nuevo curso básico, para que los interesados puedan acceder a él. “Este nuevo curso se va a ejecutar los días sábados y domingos en horario de 14:30 a 16:30”, explicó el representante municipal.


Fuente: «Implementarán nuevo curso de kichwa por alta demanda». elnorte.ec. Diario EL NORTE, 31 de julio de 2021. Web. 3 de agosto de 2021.

Ponchos en Otavalo

Miguel Pineda lleva tejiendo ponchos de lana de oveja desde hace medio siglo. El artesano, de 66 años, utiliza un telar manual, que heredó de José Antonio Córdova, su abuelo materno. El taller, ubicado en la parroquia de San Roque, cantón Antonio Ante, es uno de los últimos de la provincia de Imbabura que mantiene la tradición de elaborar manualmente esta tradicional prenda de vestir. 

El poncho, de color azul marino, es un artículo que identifica a los indígenas de Otavalo. El vestuario se complementa con pantalón, camisa, alpargatas, de color blanco, y un sombrero de paño negro o blanco.

Según varios cronistas, el poncho que utiliza la mayoría de kichwas de la Sierra fue impuesto durante la Colonia. El color y la forma del poncho, que diferenciaba a una comunidad de otra, se fue heredando hasta la actualidad. Así el pueblo Kayambi usa el poncho rojo. Los saraguros y salacas, negro. Y, los otavaleños azul marino o negro.

Según Luzmila Zambrano, administradora del Museo Otavalango, en ese lugar hay fotografías de 1868. Las gráficas permiten observar que en ese año los indígenas ya utilizaban el poncho. Sin embargo, estas primera prendas, a diferencia de las actuales, no tenía cuello. Es por ello, que los tejedores de esta prenda son apreciados. Pineda es uno de ellos.

Desde cuando era niño, aprendió a cardar, hilvanar y urdir la lana de borrego con la que se entreteje esta manta de forma rectangular. Esta especie de capa, con un ojal en el centro para pasar la cabeza, debe colgar desde los hombros hasta abajo de la cintura. Así lo establece la costumbre otavaleña.

José María, padre de Pineda, que ahora está retirado, le enseñó los secretos del oficio. Recuerda que siempre le decía que se necesita un hilo fino y bien teñido, para obtener un poncho de alta calidad.

Una habitación de la casa de Pineda funciona como taller. Su esposa Rosa María Yamberla le ayuda a preparar las hebras que ahora vienen desde Cañar. Mientras que, su hija María Tránsito Pineda ya le toma la posta. Ella domina el telar de callúa. Así se denomina a esta herramienta que se ata desde un madero hasta la cintura.

El utilizar el poncho también tiene sus secretos. Como anécdota, José Ruiz, vecino de Peguche, asegura que si se viste la prenda antes de que salga el sol, el poncho permanece fresco todo el día. De caso contrario, es casi insoportable por la concentración del calor.

En Otavalo los adultos mayores acostumbraban a contratar la confección de su prenda a la medida. El tamaño del poncho va de acuerdo con la estatura del cliente. Si es alto, explica Pineda, debe medir 1 m de alto por 72 cm de ancho. Sin embargo, la medida más común en los kichwas otavalos -quienes son de estatura mediana- es de 91 cm por 72 cm.

En la comuna vecina de Ilumán, en el cantón Otavalo, la familia de José de la Torre conserva como un tesoro los últimos ponchos que elaboró este artesano.  Este kichwa, de 79 años, colgó el telar porque ya no le daban las fuerzas para entrelazar las lanas. Ahora se dedica al pastoreo de vacas y ovejas. 

Su hija, Miryan, explica que su progenitor se encargaba de comprar la lana en los mercados de Otavalo. También, era especialista en el proceso de tinturado y la confección. Como la mayoría de artesanos aprendió las técnicas mediante la tradición oral, que se transmite de padres a hijos.

Una de las razones para que los tejedores de ponchos de Otavalo estén en desaparición es que las nuevas generaciones dejaron de lado estos atuendos.No por desprecio a la tradición. Más bien, los niños y jóvenes dejaron de usar los ponchos de lana por los altos precios. Luzmila Zambrano asegura que una de estas prendas, que tiene un color a un lado y otro tono al otro (doble cara), bordea los USD 1 000. Un sencillo oscila entre USD 300 y 500. Es por ello, que ahora los chicos prefieren usar imitaciones de tela azul o negra.

En el Museo Otavalo se exhiben siete ponchos con diferentes tejidos. Zambrano explica que hay el ‘chulla’ (una cara), el doble cara y los multicolores. Sea a como sea, este traje es el atavío principal que visten los hombres para asistir a ceremonias como bautizos, matrimonios, velatorios. Los kichwas denominan a la ropa tradicional, como traje de gala, en la que resalta el poncho.

En comunidades como Peguche también se revitaliza su uso. En el marco del Pawkar Raymi (Fiesta del Florecimiento, en español), que se realiza en los días de Carnaval, se desarrolla el Runakay (“Yo soy”). Se trata de una celebración pensada para revalorizar la identidad de los kichwas otavalos. Por eso, entre los elementos infaltables de la fiesta están la vestimenta, la música y la gastronomía indígenas.


Fuente: Rosales, José Luis. «El poncho no pasa de moda entre los Otavalo». elcomercio.ec. Diario EL COMERCIO, 29 de diciembre de 2015. Web. 18 de julio de 2021.

Inti Raymi en Punyaro

La Comunidad de Punyaro Alto en coordinación con el Gobierno Autónomo Descentralizado Municipal de Otavalo, en el contexto del Inti Raymi, llevaron a cabo una ceremonia de Solsticio de Junio, en agradecimiento a la “Pacha Mama”. Durante los últimos días, se han desarrollado varias celebraciones por el Inti Raymi en todo el cantón, mismas que han infringido las disposiciones emitidas por el COE cantonal, en relación a la pandemia por el Covid – 19, de manera especial con la generación de aglomeraciones.

Ante este particular, los comuneros y el cabildo realizaron el mencionado ritual en la Laguna Grande de Mojanda, además de otra ceremonia en el estadio de la comunidad. Estas actividades fueron desarrolladas mediante las correspondientes medidas de bioseguridad, para eliminar posibles sobresaltos al momento de celebrar la milenaria fiesta.

“Queremos rescatar la verdadera celebración del Inti Raymi, que no es solamente bailar o tomar alcohol, sino más bien es de agradecimiento por los alimentos que nos ha dado la naturaleza”, manifestó Jairo Ruiz, presidente de la localidad.

Por su parte, el director administrativo de la municipalidad, Marcelo Burbano, hizo énfasis en el compromiso para defender la vida que tienen como autoridades de la institución, al tiempo que destacó las bondades de la naturaleza.

“Estas energías que hoy recibimos espero que nos sirvan para vivir en paz. Que nos sirvan para transmitir el conocimiento a nuestros hijos, porque ellos tienen que entender que la naturaleza es la vida a futuro”, dijo.

Además del líder comunal, varios moradores del sector expusieron la postura generalizada que han tomado como poblado, en donde priorizan la vida, por sobre las magnas celebraciones que no brindan seguridad.

“En Punyaro Alto estamos celebrando el Inti Raymi basados en nuestros conocimientos y saberes de muchísimos años, que siempre los estamos valorando. Hemos estado realizando actividades aquí en la comunidad con toda la seguridad del caso por la pandemia. Salir a Otavalo, por ahora no, por la pandemia no hemos estado saliendo, no es necesario. Peor aún participar de enfrentamientos, eso no es el sentido de nuestro Inti Raymi”, señaló Luzmila Cacuango, yachak (sabia) del lugar.

Asimismo, el sabio Luis Cachiguango, expresó: “El Inti Raymi es el tiempo del sol, el tiempo del padre que siempre nos da calor, nos da luz para que podamos vivir en esta tierra”.


Fuente: «En Punyaro Alto se busca rescatar el verdadero Inti Raymi». elnorte.ec. Diario EL NORTE, 29 de junio de 2021. Web. 30 de junio de 2021.

Juliana Navarrete

Cuando el poeta Edgar Allan Poe indaga en los misterios de la felicidad humana insinúa que dicho estado se lo encuentra siguiendo cuatro puntos cardinales, como razones que nos asisten para ser feliz: la vida al aire libre, el desprendimiento de toda ambición material, el amor de una mujer y descubrir una belleza nueva cada día.

Luciana Navarrete junto a su padre, Roberto. FOTO © 2021 Leonardo Parrini.

Sin duda, una utopía distante que la voz y el talento de Juliana Navarrete aproxima con su canto. Inéditas resonancias en su armonía hacen posible un estado de recogimiento espiritual el momento en que la tesitura vocal de Juliana reivindica un elemental derecho en quien la escucha: la alegría de vivir. Esa rotunda sensación tuvimos al descubrirla como artista al tenor de una noble causa cantando en el concierto solidario con Juan Paredes, mientras el músico chileno libraba una decisiva batalla por su vida la noche del 27 de mayo pasado.

Ella canta con el amor de una mujer que lucha -que es la más alta forma de amar-, con su voz en libertad como el aire que respira, con desprendimiento de toda materialidad, propio del idealismo de la juventud que permite descubrir una belleza nueva cada día.

-“El amor y la lucha no son inseparables, una canción de lucha parte del amor, no creo que haya como separarlos, son dos amores diferentes, en la lucha siempre hay un gran motivo de amor, tu puedes amar tu libertad, tu país, tu gente y su futuro, sugiere Juliana.

Una infancia fecunda

La belleza y la alegría de vivir conjugaron en Juliana una existencia plena, en el ambiente bucólico de Otavalo, donde su padre -Roberto Navarrete- y su abuelo paterno le heredaron la exquisitez del arte musical.

-“Mi infancia la recuerdo de mil formas, mi padre y mi madre siempre han sido amantes de los animales, con mi padre nos íbamos a caminar en gran aventura en el ambiente de campo de una pequeña granja familiar donde había borregos, conejos, patos, en gran conexión con la naturaleza”.    

Nació y creció en el núcleo de una familia de músicos, esa fue la fragua que templó su talento, pulido cual diamante bajo el cincel orientador del padre. De su mano conoció la Nueva Canción Chilena, referente de las luchas del cono sur. Recibió desde temprana edad educación vocal en profunda conexión con su progenitor, para ella “zapatos muy grandes que calzar” en el camino de su formación musical.

-“Siempre sentí la conexión de cantar con mi padre, el ser que me dio la vida y a quien amo infinitamente. Un referente musical increíble que me ha inspirado en adquirir ese nivel de expresividad en las canciones. Es una gran responsabilidad ser hija de Roberto Navarrete, le tengo mucho respeto, canto con el acompañamiento de su guitarra y si canto junto a él tengo que hacerlo bien”.

Siendo adolescente, Juliana integró grupos corales estudiantiles y allí aprendió que su registro de soprano era la mejor evidencia que había nacido la interprete de una familia de pájaros cantores, en el nido de una estirpe de artistas que arrullaron su talento.

-“La música es toda mi vida, de niña no me dormía si no escuchaba música”.

Entre cantautores que influyeron en su formación musical está Violeta Parra de Chile, los argentinos León Gieco, Gustavo Cerati, Charlie García y Le Luthier, el español Joaquín Sabina, con su música “que tiene historias, además de ritmo”. Música de amor y lucha que, a la postre, tiene un futuro complejo en las preferencias de las nuevas generaciones.

-“Entre los jóvenes de nuestra generación que todavía compartimos ese sentimiento de lucha, le veo un futuro de pelea a la canción latinoamericana”.

Como exponente de una nueva generación, Juliana Navarrete se hizo cantante cultivando un talento innato con una tesitura en su voz en extremo afiatada, con resonancias propias de un timbre en plenitud de singulares tonalidades expresivas que emite vibraciones armónicas de apropiada intensidad, tono, timbre y duración, según señalan los expertos.

-“Creo que el arte te permite expresar lo que uno es y abre una ventanita al mundo sobre lo que uno piensa y siente. La música, a través de la historia, ha sido una gran arma de lucha, si hay una función del arte es que nos da libertad”. 

¿Quién sabe si el artista nace o se hace por los caminos libertarios de la vida? En el caso de Juliana Navarrete es una incógnita de segundo orden. La joven artista ecuatoriana tiene el don de hacer al ser humano feliz con su canto. Con una alegría de vivir propia de los seres alados que encuentran la felicidad en los cuatro puntos cardinales, en busca de una belleza nueva cada día.


Fuente: Parrini, Leonardo. «Juliana Navarrete, un canto de amor y lucha». lapalabrabierta.com. La Palabra Abierta, 6 de junio de 2021. Web. 12 de junio de 2021.