5. Los Atabalibas

HECHOS SOCIO-POLITICOS

Como se veían Los Atabaliba en 1987.
FOTO © Edgar Rodrigo Orbe Mena

31. La toma de los distribuidores de leche
La ciudad había autorizado el incremento del 50% al valor de un litro de leche, de 4 a 6 reales. Interpretando el malestar de la población, los Atabalibas decidieron un día incautar los camiones de la leche y con megáfonos llamaron a la gente al pretil a comprar la leche en el precio anterior. Recogieron el dinero de las ventas en un canasto y les entregaron a los distribuidores de la leche. Con este acto Los Atabalibas se ganaron el cariño de la gente, pero ya no contarían con los distribuidores de leche entre sus hinchas.

32. Las antenas en El Lechero
Se había planificado establecer antenas de transmisión en Reyloma, donde está el mítico Lechero. Los cimientos de concreto ya se habían fundido. Los Atabalibas y Rodrigo como Director de “La Hormiga” convocaron a una marcha hacia el Lechero con 600 niños para protestar por la presencia de las antenas. Gracias  a esta marcha, los ingenieros dieron marcha atrás y El Lechero quedó libre de elementos ajenos a su entorno.

33. Las Fiestas del Yamor 1991
Es conocido que la programación de las Fiestas del Yamor tomaron un giro más social a partir de la administración de Juan F. Ruales, Ramiro Velasco y Edgar Rodrigo Orbe Mena. Se la dio un toque cultural y variado enfocado en los habitantes de la ciudad y los turistas.

En el año 1991 el derecho de nombrar al Director Ejecutivo de las Fiestas dejó de ser potestad del Concejo Municipal y pasó a ser una selección popular. Cuando Rodrigo fue escogido como Director Ejecutivo, no fue muy del agrado del entonces Presidente Municipal. El Municipio asignó la cantidad de 5 millones de sucres y un vehículo para hacer las gestiones administrativas. Sin embargo, la elaboración de las Fiestas costaron 66 millones de sucres.

Solamente la presentación del Ballet Folclórico Nacional del Ecuador «Jacchigua» costó 5 millones de sucres, pero se logró el aporte de la Subsecretaría de Cultura del Ministerio de Educación, con la ayuda del doctor Franklin Plazas.

Ballet Folclórico Nacional del Ecuador «Jacchigua»
FOTO © Jacchigua

¿Cómo financiaron el inmenso desbalance? Primero, un gran otavaleño, ingeniero Edgar Beltrán Galindo, Jefe de recursos Humanos de la Alcaldía de Quito, consiguió que el Municipio de Quito, con el aval del Alcalde, don Rodrigo Paz, contribuyera con una Caravana Cultural extensa, prestaron tres baterías sanitarias para que Otavalo no se volviera un desastre sanitario las noches de la fiestas.

El Comité Ejecutivo de las Fiestas permitió al Municipio que elabore el programa de la Coronación de la Reina del Yamor, Rodrigo decidió suspenderlo debido a la baja calidad cultural.

Rodrigo cuenta, «una vez finalizadas las fiestas, nos encontramos con una saldo en contra, pues estábamos debiendo de todo, incluída la amplificación, por que me entablaron juicio como si la deuda hubiese sido personal, pero gracias a la ayuda del doctor Franklin Plazas se consiguió una partida del Ministerio de Finanzas de 5 millones de sucres, de los cuales pagamos y nos quedaba un saldo, que nos sirvió para compar máquinas de escribir, sumadoras y calculadores para el Comité Ejecutivo.

El remanente, nos sirvió para dar un almuerzo justo a los que trabajaron arduamente en las Fiestas del Yamor 91, quedó en la cuenta a favor, si mal no recuerdo, unos 34 mil sucres. Informe que lo entregamos oficialmente con el señor Tesorero del Comité el ingeniero Pablo Varela».

34. El Primer Aniversario de la muerte del “Che” Guevara
Su narración, “con esa efervescencia juvenil de la época y para ser coherentes con nuestro pensamiento de izquierda, en una reunión con un gran número de compañeros conversamos que se avecinaba el primer aniversario del «Che», para lo que decidimos hacer una marcha hasta el Parque Bolívar el día 8 de Octubre de 1968, se resolvió realizar una pancarta grande con la imagen del «Che» acompañado con antorchas. El trabajo de la pancarta se encargó a los dos compañeros Edgar Guerra y Fulton Salas, quienes eran muy hábiles para el dibujo. Pasaron los días, pero el retrato del «Che» no estaba concluido, por lo que nos reunimos varios compañeros para ayudar, lo primero que hicimos es comprar tinta china, plumas ornamentales o pinceles para acelerar el trabajo, ya que estaba trazado en cuadrículas un cuadro cuya extensión era dos metros de largo por dos metros de ancho”.

Izquierda: Juan F. Ruales. Derecha: Edgar Guerra
FOTO © Edgar Rodrigo Orbe Mena

El cuadro terminó con las justas a las 8:00 de la noche y encargaron la aloución a Eduardo Salvador, un ex-seminarista cuyos dones de persuación se verían sometidos a prueba en público. Prosigue, “salimos de la casa de don César Guerra D., unos 20 o 30 Atabalibas, bajamos por la calle Sucre hasta el hospital y tomamos dirección hasta la calle Bolívar, en ese trayecto se iban sumando niños, jóvenes y adultos, unos por novelería, pero la gran mayoría por el motivo de la fecha. Llegamos al parque como 300 manifestantes o más y la intervención de Eduardo que inicialmente estaba nervioso, pero con el paso de los minutos fue tomando confianza y dio un discurso rebelde, de alto contenido político, con un mensaje social, entre vivas y aplausos”. 

“El desenlace fue muy halagador, ya que entre los espectadores se encontraba don José Ignacio Narváez, un maestro de muchos quilates, respetado por su vasto conocimiento cultural, especialmente por su pensamiento liberal. Se acercó al grupo y nos felicitó diciendo: ‘Bien guambras, esa es la forma de alzar la voz de protesta, con organización, con sentido y defendiendo lo que ustedes son y quieren para este Otavalo’. No termina de hablar y le extiende la mano a Eduardo, le da un fuerte abrazo y le expresa: ‘te felicito muchacho, eres un orador’”.

Después, el cuadro fue a parar en casa de Manuel Romero. Días después, mientras Manuel Romero preparaba un café en la cocina, el gato de la casa quizo afilar sus garras con el cuadro y terminó despedazado (el cuadro, no el gato).

35. La prisión de Edgar Guerra
Las actividades de los Atabalibas no eran del todo aceptadas en medios del gobierno político. En la época del Capitán Yépez se veía a los Atabalibas con marcada aversión y los achacaba de alterar el orden social. Una tarde que hubo disturbios, Edgar Guerra fue arrestado con la acusación de instigador y fue encerrado en la cárcel de Ibarra. Al enterarse del problema, Don César Guerra D.,  que era un maestro y político respetado en la Provincia, viajó a Ibarra donde se encargó de liberar a Edgar Guerra valiéndose de sus influencias y argumentos legales.

36. La liberación de Juan F. Ruales
Rodrigo recuerda que los Atabalibas, “por nuestra formación ideológica, casi siempre estuvimos inmiscuidos en los problemas de los estudiantes, trabajadores y campesinos y en una tarde  de esas, el Comisario Nacional, arrestó a Juan Flores Ruales, quien era un líder de izquierda que manejaba un discurso muy rebelde y de confrontación con la desigualdad e injusticia. Se hizo todo lo posible por conseguir su excarcelación, pero no había ni argumentos legales, peor de buena vecindad que haga factible nuestro deseo”. 

Cuando se confirmó que Juan F. Ruales sería transferido a la cárcel de Ibarra, “resolvimos recurrir a las estudiantes del Colegio de señoritas «República del Ecuador», con sus dirigentes y autoridades para que nos permitan salir a las calle en respaldo de la liberación de Juan, pedido que fue aceptado y al otro día muy temprano estábamos en la calle, en dirección del municipio, caminamos entre vivas, slogans revolucionarios y llegamos a la comisaría en la que el comisario viendo tanta multitud, accedió a liberar a Juan con la condición que una vez libre no sea protagonista de estos actos rebeldes y vandálicos”.

“Preparamos a Juan que acepte la condiciones, pero una vez liberado, ya pensaríamos que  hacer. Una vez con el pie en el Parque Bolívar le motivamos a que dijera unas palabras a los acompañantes y como era de esperarse, no dudó ni un minuto y le subimos a la cabeza de Rumiñahui y se dio gusto arengando al público con frases de izquierda. Es así como los Atabalibas, una vez más comprobamos el grado de aceptación de la juventud otavaleña y de un gran sector de los adultos. La condición prometida a la autoridad no duró ni 5 minutos”. No se puede silenciar la libertad, a Juan F. Ruales, mucho menos.

37. Juan F. Ruales, In Memoriam
No queremos olvidar el trabajo monumental que realizó Juan F. Ruales. Su vocación artística fue advertida tempranamente entre los compañeros de tercer curso «A» del Colegio Nacional Otavalo, una clase que que era mixta. Comenzó haciendo circular en forma de correo alguna novedad de los varones de la clase en son de broma. Esta actividad se volvió una necesidad obligatoria y después ya no era un pedazo de papel, sino una hoja, en la que muchos aportábamos con el tema iniciado por Juan. En cuarto curso, como era jornada doble, en la tarde los amigos de Juan, nos quedábamos desde las 4:30 de la tarde a la dramatización de las clases recibidas en el día por parte de Juan. El lo hacía como diversión y en ocasiones muy seriamente, así fueron sus inicios en el mundo de la producción literaria. De este tiempo data sus inicios con la poesía.

El fue un hombre polifacético, autodidacta. Practicó con maestría la música, la poesía, el dibujo, las cantatas, el relato. Obtuvo el Primer Premio en un Concurso de Relato y Poesía organizado por la Casa de la Cultura Manuel Lecuona, en Lasarte Oria, del País Vasco. Su cuento “El tren” fue reconocido como el mejor entre 76 obras enviadas por autores hispano-americanos.  Su relato, inscrito con el número 355, fue el escogido por el jurado calificador como un cuento de realismo mágico. Tres relatos suyos fueron seleccionados para la etapa final del concurso.

Al regresar a Otavalo, los Atabalibas le ofrecieron un homenaje en el Restaurante “El Rincón de Belén”, cuyo propietario es Jorge Donoso, un entusiasta miembro Atabaliba.

En ocasiones la gente se pregunta por el significado de la letra F entre su nombre y apellido por el cual es conocido. El respondió, “cuando tuve 16 años publiqué mi primer poemario -de los siete que tiene publicados- y había intentado encontrar un pseudónimo, así que decidí tomar mi primer nombre, F de mi apellido Flores y, Ruales, apellido de mi abuelo con quien realmente me crié y lo hice por gratitud hacia él”.

Fue compañero de aula de Jesús Fichamba en la Escuela Católica Ulpiano Pérez Quiñones. Parece ser que el participar en la banda de guerra de la escuela fue el detonante para dar paso a su pasión por la música. Es creador de más de 100 composiciones. Una de ellas, el Himno a La Fuerza Aérea del Ecuador es de su autoría. 

Su curiosidad intelectual le llevó a encontrarse con los escritos de Manuel Agustín Aguirre, Carlos Mariátegui y Adolfo Sánchez Vásquez, de modo que llegó al pensamiento marxista por su propia cuenta. Sin embargo, su orientación política le ocasionaría más de un problema más tarde con los gobiernos de turno. Fue perseguido durante el período de Velasco Ibarra donde estuvo a punto de ser apresado por agentes de la Policía Militar y pudo evadir la captura escapando al Lechero. En otra ocasión, durante el gobierno de Febres Cordero, también fue hostigado y puesto bajo arresto domiciliario por el Gobernador de la Provincia.

Actuó como Director Ejecutivo de las Fiestas del Yamor y le dió una tónica cultural más abierta a la participación ciudadana. Es de su período la “Peña del Yamor” que estuvo activo por diez años.

En una entrevista para un diario local fue preguntado acerca de su apariencia con bigote espeso, cejas abundantes y la colita del pelo. Respondió que, “es parte de mi look. Creo que sin ellos no me reconocería nadie y además tiene un contenido politico muy importante. Yo me dejé la cola cuando no había todavía ninguna moda. En esos años empecé a creer en la transformación social y yo dije “Tengo que hacerme parte de los indios” y me dejé crecer el pelo. Ahora este look forma parte de mí”.

Se describió a sí mismo: “Soy escritor, llevo publicados varios libros de cuento, poesía y ensayo. He escrito para revistas y periódicos de dentro y fuera del país. He dado clases en universidades sobre sociología y conferencias múltiples sobre sociología, educación, arte y literatura dentro y fuera del país. También he tenido varias experiencias en el teatro (diez obras montadas como director o subdirector) y en la nueva canción, (cerca de 100 canciones) . Con Jaime Guevara iniciamos en 1970 la nueva canción en el Ecuador. He trabajado de gestor cultural toda mi vida hasta ahora y he militado en numerosos grupos y movimientos culturales y literarios dentro y fuera del país”.

Fue un miembro Atabaliba destacado, impetuoso y activo en el ambiente cultural y político. Sucumbió a la pandemia el 11 de octubre de, 2020. Tenía 72 años.

In Memoriam, Juan F. Ruales

38. La Casa de la Cultura “Atabaliba”
Un capítulo especial merece la iniciativa de tener una sede propia dedicada a la difusión cultural en la ciudad. Una primera diligencia se realizó con el señor Vicente Larrea, cuando él se desempeñaba como Director de la Unidad Ejecutora de Obras Emergentes del Gobierno Nacional en 1988. Por su intermedio se incluyó en el presupuesto una suma para la construcción de la sede. El club presentó al Municipio una  solicitud de donación de una propiedad municipal para la construcción de la Casa de la Cultura “Atabaliba”. El día 9 de febrero de 1988, por resolución de la cámara edilicia, se resolvió que el Municipio haga una donación de un predio ubicado en la esquina de las calles Mejía y Atahualpa. 

En el período del señor Angel  Escobar como presidente Municipal, se realizó una permuta del predio por un espacio en la antigua lavandería municipal. Se hicieron los trámites en la municipalidad para procurar el financiamiento de la obra, pero el presupuesto era muy exiguo como para dar paso al pedido. 

Entonces, una delegación del club viajó a Quito para solicitar ayuda a un coterráneo, vecino del barrio,  Franklin Plazas Andrade, quien era el Director Nacional de Presupuesto en el Ministerio de Finanzas. El otorgó una cantidad para el financiamiento que debía ser canalizada a través del Municipio. Los trámites burocráticos demoraban mucho pero la  delegación Atabaliba no se amilanó. Rodrigo dice que “acompañado incondicionalmente con dinero y persona por mis primos Gustavo, Raúl, Marcelo  y Marco Orbe Rivadeneira, logramos materializar el sueño Atabaliba”. La Casa sería una realidad. La Casa de Cultura Popular Atabaliba, fue inaugurada oficialmente el 19 de Agosto de 1995. El Presidente del Concejo Municipal era el economista Fabián Villarreal, Presidente del Club era el doctor Leonardo Suárez y el Coordinador era Edgar Rodrigo Orbe Mena.

Continúa la narración, “para la apertura convocamos a todos los Atabalibas a una gran fiesta de inauguración con bombos, camaretas, banda de pueblo, cuyes y yamor. En el acto solemne, el gran artista plástico Jorge Perugachy, hizo la donación de una de sus obras para que luciera en el local”.

En la Casa Atabaliba, prosigue el relato, “se organizaron conferencias de carácter político, charlas de filosofía, seminarios de psicología para el público. Hubo recitales de poesía, conversatorios sobre la amistad, acerca de el desarrollo de Otavalo, es decir actividades  culturales de modo especial enfocadas en nuestra Pacha Mama”. Funcionó por algunos años  el Club de Ajedrez y tenis de mesa, auspiciados por la Liga Deportiva Cantonal de Otavalo. En los actos organizados por “los Atabalibas, siempre estuvimos acompañados por las compañeras quienes eran las protagonistas constantes del desarrollo del club. Uno de los números muy recordados es el festejo del Día de la Madre, Día del Padre, la elección del Rey Momo, Navidad, entre otros. En uno de los festejos del Día de la Madre, el número central fue la entrega de un cuadro al óleo sobre espejo y realizado con el dedo, hecho  por nuestro artista del momento, Pedro Morales”.

Rodrigo destaca la ayuda extraordinaria de Manuel Romero Aguirre, “un profesional publicista que trabajó en las mejores empresas de esa línea,  produjo muchas obras, expuestas a nivel nacional. Fue el creador de la imagen promocional de Quito con el Evaristo que tanto caló en la población quiteña”. Nos cuenta que “juntamente con Manuel Romero y Marco Chicaiza fueron los mentores de “Luisito de Otavalo” cuya popularidad todavía deleita a la población de Otavalo. No desea olvodar a Francisco Viñachy, Pedro Morales y Sixto Ruíz quienes contribuyeron desde adolescentes a socializar el arte con gran acierto.

Lamentablemente el criterio de mantener una actividad cultural permanente fue perdiendo la fuerza inicial y el interés fue decreciendo paulatinamente. Hubo daños en la infraestructura del local que no fue reparado adecuadamente y poco a poco la casa como centro de cultura se fue esfumando hasta quedar solo la parte física. El Concejo Municipal optó por revertir las instalaciones de algunas instituciones sin uso, incluída la Casa Atabaliba. No fue posible detener el mandato del alcalde Mario Conejo y a pesar de los pedidos para mantener la casa, no hubo otro recurso que devolver a la administración del Concejo Municipal.

39. Lo contemporáneo
El paso del tiempo es inexorable. Algunos miembros se desplazaron a la capital por motivos de estudios, otros fueron a otras ciudades por asuntos de empleo. Muchos no regresaron. Los  miembros que permanecieron en Otavalo, vieron disminuir el número de socios y con ello, la capacidad de organización de eventos se redujo considerablemente. 

Ingresaron algunos socios y se continuó con el apoyo a la actividad deportiva en la categoría infantil y juvenil. En uno de los torneos, Rodrigo recuerda que el equipo sub-14 del Atabaliba tuvo como madrina a Gabriela Ribadeneira. Ella sería elegida Reina del Yamor en el año 2000-2001. Luego fue concejala de la Ciudad de Otavalo, Gobernadora encargada de la Provincia de Imbabura y posteriormente, Presidenta de la Cámara Legislativa del Ecuador.

Nos cuenta que “en el fútbol sala fuimos 8 años campeones,  el coliseo se llenaba, porque se vivía un espectáculo de calidad. Entre los jugadores estaban Wilson Zambrano,  que atajaba hasta el viento, César Zambrano, Alfredo Avilés, Germán Alvarado, Edgar Rodrigo Orbe Mena, Marco Rodríguez, Sixto Ruíz, Marco Orbe, Marcelo Orbe, Raúl Rosales, Washington Méndez, Edwin Alvarado”.

Los uniformes deportivos se los preparaba en casa de Raúl Rosales de la calle Olmedo y Atahualpa o en casa de Germán Alvarado en la calle Olmedo y Roca.  César Zambrano contribuía con sus conocimientos de serigrafía. Además de las camisetas, se elaboraban banderines y banderas para los eventos. 

Afirma que con la inyección de nuevos socios se realizaron varias actividades sociales como el agasajo a niños de escasos recurso económicos en la Navidad con el aporte de socios y contribuciones de amigos, “eso sí, sin mayor publicidad, porque el objetivo era dar una sonrisa a los niños y no aprovecharnos para hacer politiquería”. Igualmente,  se entregó, por muchos años, donaciones en ropa y alimentos a los ancianatos. 

40. Presidentes del club
A través de toda esta historia hubo varios presidentes que aportaron con su gestión a que el prestigio se mantenga y se fortalezca más. Algunos de los presidentes fueron, Marco Chicaiza, Juan F. Ruales, Marco Chicaiza, Miguel Gallegos, Ramiro Velasco, Edgar Rodrigo Orbe Mena, Raúl Pinto, Sixto Ruiz, Leonardo Suárez, Marcelo Suárez, Manuel Flores, Fernando Carrillo.

41. Reinas
En los distintos eventos deportivos, las Reinas son un elemento tradicional. Rodrigo dice que “sin querer ofender, ni omitir nombres, me permito escribir los nombres de algunas reinas:  Juanita Galarza Buitrón, N.  Haro, Linda Vásquez, Ana María Orbe, Andrea Rojas Sandoval, quienes con su belleza dieron lustre a la Sociedad Cultural y Deportiva Atabaliba”.


Rodrigo afirma que en el período de los Atabalibas, ellos dieron rienda suelta a sus sueños. Dice que muchos de esos sueños se cumplieron. Otros quedaron en proyectos. Pero tuvieron una visión amplia para abordar la problemática social de Otavalo y tratar de cambiar la situación.

FOTO © Edgar Rodrigo Orbe Mena

Año 2010. Reencuentro de los Atabalibas.
Colegio Agropecuario Carlos Ubidia Albuja.
FOTO © Edgar Rodrigo Orbe Mena

El tiempo es inexorable y algunas voces se han extinguido ya. Desea rendir un homenaje póstumo a Néstor Montalvo, Whitman Reinoso, Nelson Rojas, Jorge Jaramillo, Luis Echeverría, Vicente Barahona, Gustavo Orbe R. Wilson Velasco D., Miguel Gallegos, Marco Chicaiza, Juan F. Ruales, «quienes se nos adelantaron y fueron protagonistas de gran parte de este tesoro histórico de Otavalo».

FOTO © Edgar Rodrigo Orbe Mena

Edgar Rodrigo Orbe Mena fue muy gentil al compartir con nosotros estas historias. Cada una de ellas merece un espacio más amplio. Aquí las dejamos tal como son vistas desde la periferia y escritas en tercera persona. Ahora está trabajando en sus apuntes para elaborar un escrito duradero que represente interiormente a los Atabalibas. No es tarea fácil. Quedan los recuerdos. Aspiramos que el capítulo fundamental que Los Atabalibas hicieron en la historia de la Ciudad de Otavalo pueda ver la luz en un futuro cercano. 

En la actualidad, los miembros de esta agrupación se dedican a diversas ocupaciones. Ellos marcaron toda una generación en el campo deportivo, cultural y político. Merecen ser recordados pues el período histórico de Otavalo que les tocó vivir se encarnó en el espíritu audaz de sus integrantes. Aún siguen siendo inspiración para la gente que mira al futuro de esta ciudad. El pasado de Otavalo ha sido valeroso desde sus comienzos y los Atabalibas han contribuído a esta historia con diversas actividades tangibles que hoy las recordamos con mucho afecto.


Fuente: Orbe Mena, Edgar Rodrigo. Comunicación personal, 2 de agosto de 2020.